ARGENTINA
Eugenia Sampallo, la doble tragedia de los huérfanos de un genocidio
Por J. F. Lamata Molina
3 min
Internacional16-03-2008
Eugenia Sampallo ha pedido ante los tribunales que sus padres adoptivos, con los que llevaba años viviendo, vayan a la cárcel. Éstos le habían asegurado que sus auténticos padres la habían abandonado cuando era una niña.
Para muchas asociaciones de defensa de los Derechos Humanos, la tragedia era doble para los huérfanos del genocidio cuyos padres fueron ejecutados durante la guerra sucia que impuso la temible Junta Militar del periodo 1976-1982 y fueron "adoptados" por familias de los militares. A la desgracia de que los padres biológicos murieran en ejecuciones extrajudiciales sin ningún tipo de garantía y con métodos tan inhumanos como ser arrojados al mar -en los famosos vuelos de la muerte del capitán Sclingo y Torres de Tolosa- se sumaba la desgracia de que los padres que les habían cuidado durante años, durante toda tu juventud, eran los cómplices o encubridores de aquel crimen. "Yo crecí durante años con el enemigo en casa", contaba en un reportaje de hace un par de años un joven en una situación similar a la de Eugenia Sampallo, quien en 1999 (contaba entonces con 21 años) rompió todo vínculo con sus padres al sentirse "engañada" tras una prueba. Sus padres adoptivos le habían asegurado que sus auténticos padres la habían abandonado, ahora Sampallo desea la cárcel para el matrimonio con quién convivió durante dos tercios de su vida. Fue precisamente el caso del secuestro de bebés el que permitió detener en 1997 al ex general Videla y a su compinche el almirante Massera, quien junto con el débil Argosti formaban la cúpula dirigente del país en el periodo más violento. Hasta entonces los dos ex mandatarios vivían en la tranquilidad que suponían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final de Raúl Alfonsín más el indulto personal que les otorgó Carlos Menem. Los jueces dictaminaron que aquellos perdones presidenciales valían para los delitos de asesinato de terroristas y opositores durante la dictadura pero no cubrían el delito de "secuestro de bebes". Durante la "guerra al terrorismo" (en la que las fuerzas militares del Gobierno combatieron brutalmente con las igualmente terribles bandas de terroristas montoneros y trotskistas), en la temible ESMA -el centro de tortura gubernamental del general Massera y el tigre Acosta- se había instalado una sección médica dirigida por Norberto Bianco donde se retenían a las mujeres embarazadas para que tuvieran a sus hijos para luego entregar a las madres de vuelta con los torturadores y a los hijos a nuevas familias relacionadas con militares. El propio Bianco y su señora se hicieron cargo de dos hijos, Pablo y Carolina. Tras ser detenidos, Bianco y su esposa fueron condenados a 12 años de prisión pero sus hijos se negaron a someterse a ningún tipo de prueba desde su refugio en Paraguay. Recientemente Pablo aceptó y comprobó que efectivamente era hijo de opositores asesinados. Desde que estallara el caso Bianco en 1997, unos 50 niños han conseguido recuperar su identidad y saber quiénes eran en realidad sus padres pero Eugenia Sampallo es la primera que quiere ver entre rejas a los que en el pasado llamó "padres". La Justicia resolverá la parte de responsabilidad que les toca pero mientras tanto los auténticos responsables de aquel crimen, ese actual grupo de ancianos que "en defensa de su patria" elevó el termino de "terrorismo de Estado" a una práctica habitual, va desapareciendo sin escuchar desde el banquillo la palabra "culpable". Mucha gente se pregunta para cuándo un juicio contra Jorge Acosta -aunque no sea más que por ladrón-, contra Domingo Bussi -el otrora poderoso de Tucumán- o contra Alfredo Astiz. Las leyes de indulto ya están derogadas, los procesos abiertos, falta saber si la Justicia argentina tiene verdadera voluntad en llevarlos adelante. El hecho de que los abogados del ex militar Ricardo Miguel Cavallo celebraran que vaya a ser juzgado en Argentina en vez de en España no parece un dato esperanzador.