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CUBA

Cuba seguirá como hasta ayer

Por Miguel MartorellTiempo de lectura2 min
Internacional24-02-2008

La noticia de la retirada del que ha sido el jefe de Estado de Cuba durante los últimos 49 años ha provocado ríos de tinta y grandes declaraciones, pero en el lugar del mundo donde más debería importar el anuncio de Fidel Castro, La Habana, nada ha cambiado. Tanto es así que el embajador español en Cuba, Carlos Alonso Zaldívar, acuñó una frase muy descriptiva tanto de la situación política como del carácter de los cubanos: "El país seguirá funcionando como hasta ayer".

Quien ha tenido la posibilidad de viajar a Cuba sabe de primera mano, porque así se habrán encargado de describirle minuciosamente los habitantes de esta peculiar isla del mar de las Antillas, del carácter de los cubanos y de su máximo líder, Fidel Castro. Una breve visita al país aporta información suficiente al viajero como para comprender cómo ha podido permanecer casi 50 años prácticamente inmóvil. Desde que, a finales de la década de 1950, triunfara la revolución en Cuba, todo lo relativo a ésta ha sido elevado a la categoría de culto en la isla y sus protagonistas a la altura de semidioses. Ernesto Che Guevara o Camilo Cienfuegos forman parte de la mitología popular de los cubanos y así se comprueba en cada uno de los rincones de la capital o en ciudades como Cienfuegos o Santa Clara. Sólo Fidel Castro ha perdido algo de esa aura de leyenda debido a los 49 años de dictadura a los que ha sometido a Cuba. Sin embargo, su imagen sigue siendo venerada por muchos y en boca de todos los cubanos, que le conocen como si viviera entre ellos, está su tenacidad y liderazgo, y, sobre todo, su terquedad. Ha sido esa característica de Castro, además de su indiscutible liderazgo, lo que ha permitido a todo el pueblo cubano resistir durante décadas el férreo embargo al que, desde 1962, tiene sometida a la isla la Administración estadounidense, que desde entonces tiene prohibido estrictamente cualquier intercambio comercial o económico con el país que le desafió en Bahía Cochinos y durante la Guerra Fría. En todo caso, ha sido esa misma terquedad y los principios de la revolución los que han garantizado que en Cuba todos tengan una -paupérrima- cartilla de racionamiento y unos niveles de alfabetización que son la envidia de Latinoamérica, algo que no sucedía en los tiempos del dictador Frugencio Batista, además de saber aprovechar el tirón turístico de Cuba. Con un 67 por ciento del PIB sostenido en el sector servicios -frente al 27 por ciento del industrial y el cinco por ciento de la agricultura- muchos cubanos, y más la disidencia, esperan con ansia las reformas económicas que prometió el hermano del jefe de Estado, Raúl Castro, al que Manuel Fraga, gran amigo de Fidel, definió como un hombre pragmático. No obstante, el clima general en La Habana y en el resto de ciudades de Cuba es de calma, una palabra que define a los cubanos a la perfección, y no se esperan grandes cambios en el futuro inmediato. Las plataformas disidentes han reclamado cambios urgentes en el régimen cubano, pero, una vez ha pasado el huracán mediático del primer momento, todo ha vuelto a la normalidad habitual. No hay que olvidar que el régimen comunista chino tardó medio siglo en apartarse de la doctrina dogmática de Mao y reconocer la propiedad privada como parte de una nueva economía. Los cambios no serán tan lentos en Cuba, pero nada hace esperar que haya modificaciones sorpresivas en los próximos meses.