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ARGENTINA

Un ordenador, cianuro y restos de semen mantienen en vilo a Argentina

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura4 min
Internacional30-12-2007

La extraña muerte del torturador Héctor Febres, activo durante la dictadura militar en Argentina entre los años 1976 y 1983, ha otorgado a los argentinos todo un misterio sin resolver. Febres, que se encontraba confinado en una lujosa celda a la espera de su veredicto por crímenes de lesa humanidad, fue encontrado muerto en su cama hace apenas 15 días. Desde entonces, la Policía se debate entre si el ex militar se suicidó con cianuro o si fue envenenado para evitar que delatase a otros torturadores.

Héctor Febres desempeñó a finales de la década de 1970 un alto cargo en uno de los centros más duros de detención clandestina durante la Junta Militar, la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA). La ESMA albergó a 5.000 disidentes, la mayoría de los cuales murieron en los denominados vuelos de la muerte en los que se transportaba a los detenidos drogados hasta el océano para ser arrojados desde el aire. Durante su estancia en la ESMA, Febres fue apodado Selva dado que “era más bestia que todos los animales juntos” según los supervivientes. A sus 61 años, el ex torturador estaba a un paso de convertirse en el cuarto condenado por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura militar argentina, pero su repentina muerte lo impedió. El misterio acerca de la causa de la muerte de Febres surgió el pasado día 15, cuando el cadáver del torturador argentino fue encontrado en su celda a tan sólo cuatro días de tener que escuchar su sentencia. La autopsia del cadáver determinó que la causa de la muerte del imputado fue la ingesta de una altísima dosis de cianuro, por lo que la primera tesis que se barajó fue la del suicidio por envenenamiento. El hecho de que Febres cenase junto a su mujer y sus hijos la noche anterior al hallazgo de su cadáver indujo a pensar que sus familiares consiguieron el veneno a petición del ex marino y organizaron una cena conjunta para entregárselo, la última cena de Héctor Febres. Sin embargo, la teoría acerca de que Febres fue víctima de un asesinato tuvo sus adeptos desde el primer día. El torturador argentino había exigido en más de una ocasión durante el juicio que se le juzgase junto a sus superiores y algunos miembros de la Policía siguen pensando que Febres fue asesinado por alguien directamente relacionado con otros altos cargos militares durante la dictadura para evitar que éste tirase de la manta en su alegato final. La teoría conspirativa fue minoritaria al principio, pero algunas pistas halladas en estas dos semanas la han convertido en la principal línea de investigación de las Fuerzas de Seguridad. Semen La primera de esas evidencias la configura el hallazgo de restos de semen en el recto de Febres durante la autopsia. Dado que durante su última noche el imputado cenó con su familia, la posibilidad de que Febres hubiese mantenido relaciones sexuales, ya fuera de manera voluntaria o forzosa, sugieren que al menos otra persona visitó su celda poco antes o después que su mujer y sus hijos. Los restos de semen están siendo sometidos a diversos análisis de ADN para tratar de identificar a ese individuo. Agua La segunda de las evidencias es un vaso de agua que se halló en la celda de Febres cuando éste murió. Cuando la jueza del caso, Sandra Arroyo, fue informada del deceso de Febres, ella dio orden de que nadie entrase en la habitación. Sin embargo, los alguaciles realizaron una grabación en vídeo de la celda antes de que Arroyo llegase al lugar de los hechos. Una vez la magistrada arribó a la celda, la Policía realizó un reportaje fotográfico de la escena del crimen en el que aparecía un vaso de agua sobre el escritorio de la habitación que no estaba en la grabación anterior. Ello induce a pensar que alguien pudo haber alterado la escena del suceso para hacer creer que Febres tomó por su propia voluntad el cianuro disuelto en agua. La torta de almendras Siguiendo el hilo del misterioso vaso de agua, que pudo haber sido colocado en la habitación posteriormente a la muerte de Febres para simular un suicidio, aparece la pista de la torta de almendras. Los forenses encontraron restos de fruta y verdura en el estómago del torturador durante la autopsia además de torta de almendras. La torta de almendras, por su sabor amargo análogo al del cianuro, pudo haber sido el camuflaje perfecto para envenenar al imputado. El ordenador La última de las principales pruebas que podrían demostrar la tesis de una conspiración es la del ordenador personal de Febres. Al parecer, el acusado disponía de un ordenador en su propia celda que desapareció cuando la Policía llegó a la escena del suceso. Sin embargo, la computadora fue recuperada por las Fuerzas de Seguridad cuando un técnico avisó a la Policía de que tenía en sus manos el ordenador de Febres por miedo a verse inmiscuido en la investigación. Ahora, expertos informáticos analizan la máquina para esclarecer si se borraron o se modificaron datos en los últimos días.