ORIENTE PRÓXIMO
Jerusalén vuelve a interponerse en la paz entre Israel y Palestina
Por Miguel Martorell
1 min
Internacional30-12-2007
La Ciudad Santa de Jerusalén es y será uno de los principales escollos para la paz en Oriente Próximo, toda vez que es la capital de Israel y Palestina reclama que su parte Este, la que alberga los barrios árabes de la ciudad, se convierta en la capital de un futuro Estado palestino.
Aunque el propio primer ministro de Israel, Ehud Olmert, se comprometió en la Conferencia de Anápolis a que Israel no construiría nuevos asentamientos en Jerusalén y Cisjordania y a destruir las colonias judías en el territorio palestino, lo cierto es que los planes de su Gobierno no pasan por ahí. El Ministerio de Vivienda tiene previsto levantar más de 700 nuevos apartamentos en la Ciudad Santa y en Cisjordania, en una iniciativa que podría derrumbar todos los esfuerzos por la paz en la región que se han ido realizando desde que hace unos meses palestinos e israelíes reiniciaran las negociaciones para finalizar este contencioso histórico. Los planes del Ministerio incluyen el barrio de Maalé Adumim, al sureste de Jerusalén, y el asentamiento de Abu Ghneim, próximo a la ciudad de Belén, en Cisjordania. Ambos lugares son considerados por Israel como parte de su territorio y están incluidos entre las cuestiones innegociables en las conversaciones de paz con Palestina. El Gobierno israelí argumenta que las nuevas construcciones responden al crecimiento natural de la población de estos lugares, unas 37.000 personas en total, pero lo cierto es que la iniciativa contradice los compromisos de Olmert con Estados Unidos y Palestina, aunque no es la primera vez que el primer ministro se encuentra con la resistencia de su propio Gabinete en este asunto. El anuncio de que los barrios árabes de Jerusalén pasarán en un futuro a manos palestinas por parte de Olmert no sentó bien entre los más conservadores de sus propias filas, que consideran que la Ciudad Santa debe permanecer, íntegramente, en manos hebreas. De ahí que las órdenes de Olmert de congelar nuevos asentamientos al noreste y al sureste de Jerusalén causaran revuelo entre la población israelí, que cada vez considera más al primer ministro como un político débil que ha llegado al fin de su trayectoria.