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TOROS

¬El Cid¬ también apuesta por el toreo en Barcelona

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Espectáculos22-04-2007

Sevilla, 19 de abril de 2007. Manuel Jesús El Cid y un toro de Victorino Martín. Barcelona, 22 de abril de 2007. Manuel Jesús El Cid y un toro de Parladé. Dos ciudades, dos conceptos de entender una misma fiesta. Dos ganaderías, dos toros para el triunfo. Y en todo ello, él, el diestro sevillano con nombre de héroe medieval, que viene a la reconquista.

En Barcelona, Manuel Jesús desorejó al toro que cerró plaza el pasado domingo, un ejemplar de Parladé al que el matador entendió desde un primer momento y con el que demostró un toreo hondo, con sabor y plasticidad. De esta forma El Cid hizo sentir su concepto de la Tauromaquia a los aficionados catalanes, que le aguardaban expectantes tras la salida a hombros en Sevilla. Esta vez, para no dar la razón al dicho popular, el fin de fiesta no fue, para nada, una decepción. Días atrás, el jueves 19 de abril, el diestro había hecho soñar el toreo a las miles de almas que llenaron los tendidos de la Maestranza de Sevilla. Fue con un buen toro de Victorio Martín, que después de muerto tuvo el tributo a su bravura de ser arrastrado lentamente por las mulillas. Antes de acabar así, el astado permitió un triunfo rotundo a El Cid, que anduvo a la altura de la cita: valiente, serio, inteligente y plástico. Le desorejó. Sólo le hacía falta un trofeo más para cruzar en volandas la Puerta del Príncipe, y lo consiguió con el segundo de su lote, otro ejemplar de Victorino, que como el resto del festejo, no se parecía demasiado en comportamiento a aquel lidiado en el segundo lugar. Julián López El Juli mostró su disposición ante los sevillanos, aunque sólo pudo cortar una oreja. La Feria de Abril continuaba con el recuerdo de la salida triunfal del jueves y con el cartel del sábado en la mente de la afición. Pero se cruzó en el camino José María Manzanares, que desorejó otro toro al día siguiente, el viernes de resaca de la Puerta del Príncipe de El Cid. Manzanares lidió a un ejemplar de Zalduendo con la maestría de quien aprende bien la lección a pesar de la edad. Fue su forma de decir que también aspira a ser pichichi, si no esta temporada, otras habrá. Olía a fútbol en Sevilla el sábado. Pero más olió a toros y a expectación, que esta vez hizo honor al dicho. El fallo con la espada impidió a Sebastián Castella a optar a liderar la liga taurina en la por entonces aún inacabada primera semana de feria. Junto a él, Alejandro Talavante, dos ejemplos de ambición por querer ser número uno que, sin grandes triunfos, demostraron que la rivalidad y el espectáculo está en el ruedo, más allá del resultado. Como en la liga de fútbol, que los toreros no marquen no significa que hagan mal juego. Quizás fue por el árbitro o el público que no lo vieron o no lo quisieron ver...