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INFANCIA

Los ingredientes de la felicidad infantil

Por Cristina Arias Tiempo de lectura2 min
Sociedad15-02-2007

La búsqueda de la felicidad es algo inherente a los seres humanos. Expertos de diversos campos continúan investigando para sentar las bases de lo que algunos denominan los ingredientes de la felicidad en la etapa de la vida que está considerada más propicia a ella, la infancia.

Dicen los expertos que la infancia es la etapa más feliz de la vida; sin embargo hay muchas realidades que hacen que miles de niños sean infelices. Así, para luchar contra "ladrones de la felicidad" como el miedo, el dolor, el odio o la depresión y para proteger su bienestar, la ONU aprobó en 1989 la Convención de los Derechos del Niño que defiende el derecho a la vida, a poseer nombre y nacionalidad, a vivir con plenitud (libres de hambre, miseria, abandono o malos tratos), a la educación, a un ambiente seguro, a la asistencia sanitaria y a tiempo de ocio. Pero, ni siquiera el cumplimiento de todos estos derechos supone la consecución de la felicidad infantil. Según Martin Seligman, padre de la psicología positiva, los principales ingredientes son: hacerlos sentirse queridos y necesarios -potenciando su personalidad y sus capacidades y no sus carencias- en un ambiente seguro, confortable y disciplinado. Seligman asegura que no es una tarea que requiera mucho esfuerzo porque los niños están más predispuestos a la felicidad que los adultos y explica que la felicidad se compone de tres factores: la predisposición biológica (los genes inducen entre un 25 por ciento y un 50 por ciento a ser optimista o pesimista), las circunstancias vitales y el autoconocimiento. En la actualidad, en pleno auge del estudio de la inteligencia emocional, los expertos aseguran que la clave para criar hijos felices está en potenciar las capacidades sociales y emocionales de los más pequeños porque está comprobado que a la hora de superar las dificultades son más importantes que lo intelectual o lo cognitivo. Shapiro, experto en terapias infantiles, añade que hay que reforzar las capacidades emocionales de los más pequeños para que en el futuro sean "adultos responsables, apreciados y felices". Además, todos están de acuerdo en que los amigos y los juegos son ingredientes gratis y fundamentales para ayudarles a crecer y ser felices. Es difícil medir la felicidad y sobre todo crear unas bases sólidas sobre las que asentarla porque la felicidad es algo subjetivo y propio de cada uno. Pero sí existen indicadores de la felicidad. Pediatras, psicólogos y pedagogos aseguran que hasta los dos años un bebé que sonríe, es activo, que explora el medio y que tiene buena salud es feliz. Mientras, entre los dos y los seis años explican que un niño es feliz si ríe a menudo, siente curiosidad por su entorno, quiere comunicarse y relacionarse y tiene capacidad de autodominio. Y, a partir de los seis consideran que un niño es feliz si sabe tolerar sus frustraciones, tiene una autoestima alta, no presenta problemas de comportamiento, va bien en clase y le gusta tener amigos.