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ECUADOR

El presidente Correa seguirá ¬el guión¬ del socialismo de Chávez

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura2 min
Internacional21-01-2007

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, convocó de manera unilateral y sin el aval del Parlamento, una consulta popular para que la población decida en las urnas la instalación de una Asamblea Constituyente. El objetivo es reestructurar la Constitución y avanzar al socialismo, en un discurso prácticamente idéntico al de la jura de Hugo Chávez tras ser reelegido presidente de Venezuela.

La aplicación del plan de Correa mantiene divididos a los ecuatorianos entre una amplia facción que lo mira como una solución radical a los problemas del país y otros que lo consideran un paso hacia la instauración de un modelo socialista. Es una decisión que confirma los intereses del nuevo mandatario de emular el nuevo estilo nacionalista indígena antiimperialista representando por el bolivariano Hugo Chávez, presidente de Venezuela, el cocalero Evo Morales en Bolivia y el sandinista Daniel Ortega en Nicaragua. Lo cierto es que con sus reformas radicales, Correa alcanza un nivel sólo comparable al líder venezolano, dado que ni Evo Morales ni Daniel Ortega han hecho todavía cambios constitucionales. Los opositores de Correa, de 43 años, afirman que la instalación de una Asamblea Constituyente implica una reforma constitucional y, por ende, cualquier consulta popular respecto a este punto requiere la autorización de la mayoría del Congreso de 100 miembros. La pregunta que los habitantes de Ecuador se harán a partir de ahora es clara ¿será el socialismo nacionalista la salvación para un país que no ha conocido la estabilidad en los últimos cinco años? Y es que conviene recordar que ninguno de los últimos presidentes ha logrado terminar su mandato. En 1996 las elecciones daban el triunfo a Abdalá Bucaram, un año después, Bucaram, tras ser acusado de varios fraudes era declarado “enfermo mental” y derribado tras una breve revuelta. En 1998 las elecciones daban el triunfo a Jamil Mahuad, que en apenas dos años elevó la corrupción a algo normal de la política ecuatoriana, en 2000, se produjo un golpe de estado encabezado por el militar indígena Lucio Gutiérrez que entregó la Presidencia al millonario Gustavo Noboa, cuya etapa no fue menos corrupta que la de su antecesor. En 2002, las elecciones daban el triunfo al propio Lucio Gutiérrez, que demostró su incapacidad para acabar con la corrupción, y, a finales del 2004, anunció el indulto para todos los ex presidentes: Noboa, Mahuad y Bucaram, que regresaron al país para dar su apoyo al presidente. Esta jugada le salió mal al coronel, ya que la población furiosa por la alianza de Lucio Gutiérrez con los ex presidentes (sobre todo con Bucaram) desató un levantamiento en 2005 que terminó con la retirada total de Lucio Gutiérrez, que fue igualmente encarcelado. Las elecciones de 2006 han dado la victoria a Correa. Su investidura como nuevo presidente del país abre una nueva etapa, en las que cabría ser escéptico sobre si Correa será capaz de terminar su mandato. El nuevo presidente parece la figura idónea para acabar con la corrupción, sin embargo, también puede suponer un desafío radical para el mundo empresarial y también para el sistema democrático, dado el extraño modelo presidencialista del “chavismo”.