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PERIODISMO

Italia se queda sin periódicos durante cinco días

Por Paula de OriolTiempo de lectura1 min
Comunicación25-12-2006

Trece personas fueron las que presenciaron la última cena, según el famoso cuadro de Leonardo da Vinci; trece son los escalones que separan la vida de la muerte (tal y como creían los egipcios), trece son los estados que fundaron USA y trece son, también, el número de huelgas que han celebrado, hasta ahora, los periodistas italianos en estos dos últimos años. ¿El motivo de las huelgas? Revelarse contra los editores, que rechazan la renovación del convenio colectivo.

La última huelga ha tenido lugar la semana pasada y ha surgido en forma de apagón informativo. Los periodistas han dejado de trabajar de viernes a domingo, pero estos días se han sumado a los dos únicos en los que nunca se producen periódicos en Italia en todo el año (el 25 y 26 de diciembre). Por lo tanto, con cinco días sin información, ha ocurrido uno de los mayores apagones en la península. La huelga a afectado a diarios y agencia periodísticas. La presión por parte de los periodistas a las empresas editoras para solucionar este problema ha ido creciendo. Empezó con leves protestas que se transformaron en grandes manifestaciones. Durante la huelga los quioscos han permanecido cerrados todos estos días. Ha sido una actuación muy significativa, especialmente en estas fechas donde con la llegada de las fiestas hay tantas cosas que contar. La protesta ha sido respaldada por varios políticos, como los antiguos presidentes de la República (Carlo Azeglio Ciampi y Giorgio Napolitano) y varios ministros y senadores. Pero la insatisfacción de los periodistas no se limita al bajo salario sino que hay varios otros aspectos de la profesión que provocan descontento en los trabajadores. Uno de estos rasgos es la limitada libertad de expresión. Según Reporteros Sin Fronteras, Italia es el país europeo donde menos garantías existen para la libertad de Prensa. Parte de la culpa la tiene el antiguo primer ministro italiano, Berlusconi, que controla un 85 por ciento de las televisiones privadas y casi la mitad del mercado editorial. Los editores aseguran que, por motivos económicos, sólo podrían renovar dicho convenio si los sindicatos reducen las garantías laborales.