LÍBANO
Líbano, el espejismo de un sueño multicultural en Oriente Próximo
Por Miguel Martorell5 min
Internacional26-11-2006
El octavo asesinato de un dirigente político antisirio en Líbano desde 1990 ha puesto en evidencia, una vez más, la mano de hierro con la que Siria ejerce el control sobre el país de los cedros. No siempre fue así, hace décadas, Líbano fue un ejemplo de convivencia y equilibrio político en Oriente Próximo, un país en el que el crisol de religiones que cohabitaban lograron darle el nombre de la “Suiza de Oriente Próximo”.
Con el fin de la hegemonía turca sobre Líbano tras su derrota en la I Guerra Mundial, el país de los cedros se convirtió en un protectorado de Francia que albergaba a turcos, cristianos ortodoxos y maronitas, árabes suníes y chiíes, drusos y, más tarde, incluso refugiados armenios y palestinos. Hasta 1944, permaneció bajo control francés, lo que explica el actual peso del país galo en las decisiones internacionales respecto a Líbano o que ejerza el mando de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) después de mantener más de una década a sus cascos azules en la región. Con la obtención de la independencia en 1944 -proclamada el 26 de noviembre de 1941- la economía libanesa fue en auge, hasta alcanzar su esplendor en la década de los 70, gracias al boom del petróleo y a un PIB basado esencialmente (67 por ciento) en el comercio. Fue en estos años cuando se llegó a conocer a Líbano como la “Suiza de Oriente Próximo” y donde figuras como la de Rafic Hariri, luego primer ministro, destacaron por su éxito empresarial. La Guerra Civil Sin embargo, ese equilibrio político y religioso ejemplar se rompió en 1975, con el inicio de la Guerra Civil (1975-1990) que desencadenó auténticas matanzas entre comunidades cristianas y árabes. La clase política demandó entonces ayuda a sus vecinos sirios, quien, por medio de una petición del Parlamento libanés, desplegaron a su Ejército en el país de los cedros. En medio del conflicto, en 1982, Israel inició la invasión del Sur de Líbano con la Operación Litani, con la que pretendía acabar con las guerrillas palestinas de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) que se refugiaron en esa parte del país. La ofensiva superó los límites del río Litani y llegó hasta Beirut, momento en el que intervino la ONU. La invasión de Israel contribuyó, no sólo al fortalecimiento del control sirio sobre Líbano, sino también a la aparición de guerrillas chiíes como Hezbolá y Amal, financiadas por Irán y con el apoyo explícito de Siria. Sus objetivos eran la implantación de un Estado islámico en Líbano, como hiciera el ayatolá Jomeini en Irán. En mayo de 1983, Líbano e Israel alcanzaron un acuerdo para la retirada de las tropas hebreas, un pacto que ninguna de las partes llegó a ratificar y que, por presiones sirias, Líbano canceló sólo un año después. Sin embargo, en cumplimiento de la resolución 425 del Consejo de la ONU, Israel comenzó un repliegue progresivo de sus tropas a partir de 1985. El peligro a sufrir ataques desde el Sur de Líbano llevó a Israel a la creación de la Zona de Seguridad, desde su frontera hasta el río Litani, región que dejó bajo el control del Ejército del Sur de Líbano, de raíces cristianas y proisraelí y un pequeño contingente propio. Sólo un año antes, en 1984, se habían empezado a negociar en Arabia Saudí los Acuerdos de Taif. El fin de la Guerra Este acuerdo se suscribió el 22 de octubre de 1989 y mediante él se restablecían las relaciones políticas con Siria y se acordaba la retirada gradual de sus tropas, además de ceder una parte del poder a los cristianos maronitas, como ya habían ostentado durante el período de protectorado francés. Pese a los Acuerdos de Taif, que pusieron fin a la guerra en 1990, Siria mantuvo en Líbano hasta 14.000 soldados y una influencia política enorme, mientras que Israel hacía lo propio y mantenía a sus hombres en el Sur del país. Hasta mayo del año 2000, el Ejército hebreo no inició su total retirada de Líbano, cumpliendo la resolución de la ONU. Desde el despliegue de sus tropas, Siria ejerció el control de la política libanesa y eliminó a los líderes antisirios que pedían un país libre de injerencias. Sin embargo, con el asesinato del primer ministro Rafic Hariri -en el poder de 1992 hasta 2004- en febrero de 2005, la población libanesa tomó las calles en la llamada Revolución de los Cedros exigiendo el fin de la presencia militar siria y la convocatoria de elecciones. La crisis israelo-libanesa El movimiento popular consiguió que en abril de 2005 se retirase el Ejército sirio, con la oposición de Hezbolá, que veía en el país vecino la única forma de ejercer presión sobre Israel. La milicia chií se había fortalecido de tal forma que había logrado presencia en el Parlamento y el Gobierno y poseía unas infraestructuras militares considerables, de tal forma que se convirtió en un ejército paralelo en Líbano. La incapacidad del Gobierno libanés para desarmar a la milicia, como exigió la ONU con la resolución 1559, desencadenó el pasado verano en una nueva invasión israelí, aunque la presión internacional y la firme oposición de Hezbolá provocaron la salida del Ejército de Israel y la llegada de la FINUL al Sur de Líbano. Líbano, cuyas estructuras quedaron completamente destruidas, no llegó a recuperarse de la crisis económica en la que le sumergió la guerra civil. En los últimos tiempos, los esfuerzos del Gobierno van dirigidos a acabar con el poder de Siria en el país con iniciativas como la creación de un tribunal internacional para investigar el asesinato de Hariri. Sin embargo, los tentáculos de Siria todavía son poderosos y el atentado de Gemayel supone un nuevo paso atrás y el posible inicio de una nueva crisis en el país de los cedros.