SIN CONCESIONES
El final del culebrón
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión28-10-2001
Las telenovelas vuelven a estar de moda. Betty la fea ha tenido tanto éxito en la sobremesa de los españoles que algunos han intentado hacerle la competencia con otro asunto que en nada interesaba a los espectadores y poco atraía al resto de los ciudadanos. Sin embargo, traía de cabeza a los políticos parlamentarios. El protagonista era el ministro de Economía, Rodrigo Rato. La oposición hace tiempo que quiere hacerle bailar con la más fea, una tal Gescartera. Él ha optado por agarrar con fuerza a la pareja y marcar el paso. Así evita pisotones y esquiva que le echen de la pista. Quizá por eso salió en defensa propia cuando el culebrón parecía llegar a su fin. Entonces, sentó por un segundo a la fea en el escaño de al lado y arremetió contra Jesús Caldera. Calificó de chantaje lo que ahora dice que es idóneo. O mejor, lo que ahora le piden que diga que es idóneo. Él sigue viendo a Jaime González como un simple amigo de José Luis Rodríguez Zapatero. Ya veremos cuándo hace oficial el nombramiento... Mientras, sigue el culebrón. Allí donde generalmente hay una fea suele haber también una guapa. Su nombre, La Moncloa. Muchos tratan de cruzarse en el camino y aparecen como los malos de esta telenovela. Pero el qué y el quién no siempre son lo más importante. A veces, las claves las da el cómo. Rato ha vuelto a bailar con la más fea. Rectificó, sí, pero por fax. Además, no dio la cara. Debe un favor a alguien que, a la larga, puede salirle caro. A este paso, el feo va a ser el propio Rato. Aunque su historia todavía está a tiempo de acabar como la de Betty la fea.