Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

LONDRES

Es tiempo para recordar

Por Alfredo López Zamora. LONDRESTiempo de lectura2 min
Internacional16-07-2005

La normalidad y en ocasiones la aparente indiferencia de los londinenses ante los atentados se derrumbó cuando fueron hallados varios explosivos en los autobuses de Birmingham. La felicidad por haber ganado la dura carrera olímpica cayó dando paso al miedo ante el temor de poder ser los siguientes que sufran una masacre de tal envergadura.

Sin darse cuenta, Londres se ha convertido en una ciudad indefensa ante la posibilidad de que el atentado del 7-J no se redujera a una mancha de sangre en su historia, sino que supusiera el principio de un largo y tortuoso camino de terror. Como siempre, las miradas se cruzan inexpresivas en los autobuses y en los metros, pero cualquier mochila hace que la alarma salte. En solo una semana el centro de la ciudad y el aeropuerto de Heathrow han sido cerrados y los museos se han llenado por primera vez de controles para registrar cada paquete. En los autobuses, los conductores piden por los altavoces que todos permanezcan cerca de sus pertenencias y que si ven algo sospechoso avisen inmediatamente. En el Metro, carteles informativos advierten de que no deben descuidar sus bolsas. Las precauciones son extremas y las labores de rescate siguen despacio bajo la gran urbe. Varias líneas de Metro permanecen cerradas y la identificación de las victimas progresa lentamente. La versión sobre cómo se sucedieron las explosiones ha cambiado misteriosamente, y ahora se afirma que estallaron con una diferencia de 50 segundos, algo que se contradice con las informaciones ofrecidas durante los primeros días. Esta nueva reconstrucción de los hechos plantea el porqué no cerraron las líneas de Metro hasta casi una hora después, ya que si explotaron simultáneamente quedaba evidenciado que un problema eléctrico no podía haber causado tal masacre. Pero la sociedad londinense vive inmersa en el terror que ha seguido su rutina. Las calles de la villa olímpica se llenaron de fiesta para conmemorar el fin de la II Guerra Mundial. Nada se ha parado, nada ha sido cancelado, sólo han dedicado dos minutos de su tiempo para recordar a las víctimas que aún permanecen bajo los escombros del Metro. Dos minutos de silencio para recordar lo que pasó esa triste mañana y que parece haber caído en el olvido.