CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
Defensa de la familia
Por Álvaro Abellán3 min
Opinión22-05-2005
Cuando proclamamos hace pocas semanas El valor de la familia lo que más llamó nuestra atención fue descubrir que muchas familias querían escuchar algo parecido. Como si el sentido y valor de la familia fuera algo tabú, poco conocido, apenas presente en nuestra sociedad. Luego, al descubrir a los Enemigos de la familia, apreciamos que aquellos enemigos son también de quienes siempre nos quejamos por muchos otros asuntos: las brumas ideológicas que emborronan nuestro mapa y las promesas consumistas que confunden nuestras brújulas y nos promienten sueños equivocados son, en todo, el mayor enemigo del hombre. Ahora bien, frente a estos enemigos podemos oponer una sociedad civil fuerte, cimentada en el seno de las familias. Para construirla, debemos planificar la defensa de la familia. Primero, mediante la formación, debemos conocer qué es la familia. Qué es matrimonio y qué no lo es. Qué aporta la familia a la sociedad y qué derechos y responsabilidades emanan de esta realidad. En El valor de la familia dimos algunas claves, pero nunca son suficientes. Aquí y ahora toca rescatar las lecturas fundamentales que armen nuestro discurso y lo defiendan de falsas aunque extendidas razones. Después, mediante el ejemplo, debemos creer en la familia y amarla hasta el final. Debemos quererla por lo que es y por lo que representa. Debemos recordar sus mejores frutos, ensalzar sus virtudes, rescatar las narraciones que nos revelan su mejor rostro. ¿Recuerdan el último anuncio de Coca-cola, en el que un hijo da referencias laborales sobre su madre? Vamos por más: ¿Dónde buscamos el valor del padre? ¿Y el amor exclusivo y eterno de un buen matrimonio? Todas las instituciones humanas tienen momentos oscuros, lados grises, errores y miserias. Debemos luchar contra esos errores con todas nuestras fuerzas, pero luchemos contra el error y salvemos al que ha errado. Si nos duelen los fracasos de la familia no es porque la familia sea algo malo sino, precisamente, porque es lo más valioso. Demostrémoslo. Salvémosla. Rescatemos ejemplos y sirvamos de ejemplo. Finalmente, podemos defender a la familia mediante acciones concretas, sean cotidianas o extraordinarias. Como personas, podemos recordar nuestra misión dentro de nuestra familia y ejercerla. ¿Qué es ser padre? ¿Qué es ser hijo? ¿Qué es ser esposo o esposa? ¿Qué es ser hermano? ¿Qué es ser ahijado? ¿Qué es ser padrino? ¡Manos a la obra! Como parte de la familia podemos también reforzar el resto de lazos familiares y recordarnos unos a otros quiénes somos y qué somos. Como ciudadanos, podemos apoyar a la familia desde la política, desde la justicia y desde las asociaciones. ¡Busque en Internet y verá cuántas posibilidades se le ofrecen! Precisamente desde diversas asociaciones, como HazteOir.org y el Foro Español de la Familia, apuntan que la mejor manera de defender a la familia es obtener presencia mediática, ser interlocutores de los políticos y presionar con movilizaciones sociales. A esta última batalla, querido lector, quiero invitarle. Si quiere defender la familia conmigo, súmese a la gran manifestación del próximo 18 de junio, sábado, en Madrid. Pero, querido lector, no venga débil y solo. Venga valiente y poderoso, arropado y acogido. Venga con su familia.