MOTOCICLISMO
El ¬ojito derecho¬ de Alberto Puig
Por Roberto J. Madrigal4 min
Deportes17-10-2004
A su finura técnica -Valentino Rossi no le perdía ojo en el octavo de litro-, a la buena base mecánica de Honda, el ya bicampeón del mundo ha sumado una ración de inteligencia y regularidad que lo ha convertido en casi imbatible. Pero con 19 años, a pesar de haber ganado ya dos Mundiales, a Daniel Pedrosa no se le sube el éxito a las barbas. Es más, sigue siendo un chico muy tímido: a pesar de que cada vez lo apoyan más aficionados, sigue prefiriendo la tranquilidad de su habitación, pasando el rato con los videojuegos, que las discotecas.
Decir que los dos títulos mundiales de Pedrosa son para Alberto Puig la culminación de su carrera como piloto no es ninguna exageración. El ahora director del Movistar Junior Team debutó en el Mundial en 1987, en el Gran Premio de Francia, con un casco que le prestó Sito Pons. Diez años más tarde, con 30 años, acosado por las lesiones, terminaba por la puerta falsa una carrera llena de altibajos. En los circuitos sólo pudo conseguir una victoria, en 1995. El escenario fue insuperable: Jerez. "Antes de llegar allí pensé acerca del significado para mí de las carreras. Y me di cuenta de que lo que quería era ganar, que o lo hacía o tendría que dejarlo". Pero ese mismo año se cayó en la curva de final de recta en Le Mans, a 262 kilómetros por hora, y se reventó la pierna izquierda contra un muro asesino. Los médicos llegaron a pensar en la amputación, pero el doctor Eusebio Sala consiguió salvarla con una prótesis. Puig aún intentó volver y consiguió subir al podio, precisamente en Francia. Luego, sus propias obsesiones fueron apagando su genio como piloto: tan bravucón y terco como honesto, tampoco dejó que le ayudaran. Aun así, jamás buscó excusas a sus malos resultados y lo tuvo claro: tras colgar el casco, no podía vivir lejos de las carreras y la oportuidad de fabricar a un nuevo campeón le llegó en 1999, cuando le ofrecieron dirigir la Movistar Activa Joven Cup, una copa de promoción que sirvió, en apenas un par de años, para que tres chavales: Joan Olivé, Pedrosa y Toni Elías, tuvieran la oportunidad de curtirse en el Mundial -junto con Raúl Jara, que se quedó cortado-, previo paso por el Campeonato de España de 2000. Un sueño hecho realidad Tras haberse recorrido media España con una minimoto en el maletero del coche para poder verlo competir, la familia de Pedrosa había intentado que disputase las copas de promoción de Aprilia o del RACC de Cataluña, pero les faltó el dinero necesario. Un año más tarde, se enteraron por un amigo de la creación de la Movistar Activa y decidieron apuntar a Dani, que por entonces, con 13 años, no sabía ni cambiar las marchas en una moto. La preparación para las pruebas de selección en el circuito del Jarama fue con una moto prestada, en un polígono industrial cercano a Sabadell. "En el Jarama había mucha gente y, la verdad, es que estaba algo asustado, pues tampoco había corrido nunca en un circuito y en la primera vuelta la pista me parecía tan ancha como una autopista y la moto era tan alta que los pies no me llegaban al suelo". A pesar de su carácter tímido, los nervios le duraron poco y consiguió aquel año cuatro pole position en seis carreras. Así, Puig le llamó para notificarle que competiría en el Mundial. "No podía creérmelo, era como un sueño. En la primera carrera en Suzuka estaba en los últimos puestos de la formación de salida, sólo había tres filas por detrás mío y nunca antes había visto tantos pilotos corriendo juntos y, sobre todo, con tanta agresividad. En la primera curva me asusté, pero nunca más me ha vuelto a ocurrir". Así fue: con los consejos de Puig y su propio talento, Pedrosa terminó el campeonato de 2001 subido al podio en Valencia y Motegi. En 2002, su progresión siguió con seis poles, nueve podios y su primera victoria, en el mítico circuito holandés de Assen. El año siguiente logró cinco victorias y el título, a pesar de que se rompió los tobillos en una violenta caída en Australia. El contratiempo y la dureza de la recuperación -bien conocidos por Puig, que siempre ha estado cerca de él- le han ayudado a seguir creciendo y a ser campeón de 250 cc. en su primer año. Pero a pesar de haber puesto en su sitio a los gallitos de la categoría, de haber cerrado la boca -siempre en la pista- a los que se quejaban de que tenía ventaja por su poco peso, Pedrosa mantiene la cabeza fría y sigue hecho un pedazo de pan, sin acabar de creerse que ya ha ganado dos títulos mundiales.