CINE
Superman guarda la capa para siempre
Por La Semana.es2 min
Espectáculos10-10-2004
Fue y será siempre Superman. A pesar de que ya estén pensando en una nueva adaptación y a pesar de que muchos otros lo hayan sido en la televisión y el cine. Lo fue cuando no estaban de moda los superhéroes y el comic era para unos pocos. Ahora el actor Christopher Reeve ha dejado de existir. Falleció la madrugada del día 10 a causa de un ataque cardiaco. La causa a largo plazo era la tetraplejia que sufría.
A pesar de su fama internacional, Christopher Reeve tuvo una carrera bastante escasa y poco afortunada. Fuera de los cuatro filmes del superhéroe, su carrera estuvo centrada en la televisión y en el cine sólo destacaron sus trabajos con James Ivory (Los bostonianos y Lo que queda del día) y George Miller. Sin embargo, fue un Clark Kent perfecto. Tenía un aspecto de tipo corriente que hacía creíble que con sólo ponerse gafas pasase por el blandengue periodista. De la saga del hombre volador hizo cuatro películas. La primera la dirigió Richard Donner -posteriormente, realizador de La jungla de cristal, entre otras- y contaba en el reparto con grandes nombres como Gene Hackman -que fue Lex Luthor- y los veteranos Marlon Brando y Glenn Ford. Hubo tres entregas más; las dos primeras dirigidas por Richard Lester, y la tercera, por Sidney Furie. La saga fue bajando de calidad al igual que los trabajos de Reeve, que se vio abocado a filmes de segunda fila. Sólo hubo una excepción: la brillantemente sutil Lo que queda del día, de James Ivory, una callada historia de amor entre dos criados en la que Reeve tenía un papel secundario. En 1995 sufrió el accidente que truncó su vida. Se cayó montando a caballo y se partió el cuello. El resultado fue una tetraplejia -insensibilidad e inmovilidad total de cuello para abajo- que ha sido la causa primera de su muerte nueve años después. Reeve no se rindió y emprendió una admirable lucha por recuperarse, aunque ningún médico lo creía posible. En casi una década logró algunos progresos, leves, pero sorprendentes. Sin embargo, su gran esperanza se centraba en las investigaciones con células madre embrionarias, una posibilidad todavía no regulada en la mayoría de los países. Reeve se convirtió hasta su muerte en un símbolo del apoyo a estas investigaciones y también por la recuperación de los tetrapléjicos y parapléjicos. A pesar de ello algunos sectores sanitarios fueron críticos con él al acusarle de dar falsas esperanzas a los enfermos.