SIN ESPINAS
Paralizados
Por Javier de la Rosa1 min
Opinión05-09-2004
El horror ha vuelto a salpicar nuestra superficial existencia. Pasaremos rápido la página, simplemente porque no entendemos cómo es posible tanta destrucción humana. El odio tiene mucha fuerza, porque el amor es la bomba más potente. Y el odio es eso, la ausencia de amor. Tantas vidas humanas destruidas en Rusia para nada, sólo reflejan la ceguera de quienes han sido conquistados por el rencor, la venganza y el infierno vital que les corroe por dentro y por fuera. Conflictos inútiles, salidas más que conocidas a lo largo de la historia y cuyo resultado ha sido siempre tan estéril como quienes lo protagonizan. Por eso, quienes idean estas guerras, estos atentados, no saben nada. Más les valdría no haber nacido. Pero no olvidemos que en medio de esta tragedia, cientos, miles, millones de personas se están amando profundamente en todo el mundo. Y están haciendo actos grandiosos para demostrar ese amor. Sin embargo, en esta sociedad mediatizada, la anécdota es elevada al cubo y la buena noticia es sepultada incomprensiblemente. El hecho es que unas, por más que se repitan, siempre nos harán chocar contra el muro del sin sentido. Las otras, las que enterramos consciente e inconscientemente nos permitirían derribarlo. Hay mucho más amor en el mundo del que creemos, pero nadie se atrevería a apostar que la balanza se inclina de este lado. Los ejemplos de amor arrastran, los de odio paralizan y, sin embargo, nos aferrados inútilmente a ellos.