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RUSIA

El terrorismo checheno firma un verano sangriento

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
Internacional05-09-2004

En la mañana del miércoles, 840 niños acudieron a su primer día de clase en la escuela nº 1 de Beslán (Osetia del Norte). Muchos iban acompañados de sus padres que habían sido invitados por el centro. Sin embargo, la ilusión por reencontrarse con sus compañeros se tornó rápidamente en tragedia.

Un comando de 30 terroristas (diez de ellos árabes) irrumpía en el colegio y secuestraban a las más de 1.200 personas que allí se encontraban. A partir de ahí, comenzó un pesadilla que duraría 51 horas. Desde el Gobierno ruso se buscaba una negociación y así evitar que se repitiese el suceso que se produjo hace dos años en el teatro Dubrovka donde, en una situación similar, 300 rehenes perdieron la vida después de la intervención del Ejército. Sin embargo, en esta ocasión el precio que ponían los secuestradores era demasiado alto: La independencia de Chechenia. Mientras tanto, los rehenes permanecían retenidos en el interior del gimnasio de la escuela sin agua ni alimentos. La mezcla de calor, humedad y condensación era tal, que para poder soportarlo se despojaron de sus ropas hasta quedar semidesnudos. No fue hasta el viernes por la mañana cuando la situación cambio de rumbo. En el momento en el que un pelotón de militares rusos -previo pacto con los captores- se disponía a retirar unos cadáveres del interior del edificio, explotaron dos minas de las muchas que los terroristas habían colocado por todo el edificio. Una de ellas provocó el derrumbamiento del techo del gimnasio que se desplomó sobre las 150 personas que se encontraban en su interior. La otra sin embargo, abrió un hueco en la pared que permitió la huida un grupo importante de rehenes. Esto originó una situación de desconcierto entre los secuestradores que superados por la impotencia dispararon por la espalda contra las personas que intentaban escapar. Fue en ese momento cuando el Ejército ruso entró en acción de manera espontánea y sin tener nada planeado, según se aseguró desde el Gobierno, y acabó por tomar el control de la escuela y liberar a la mayoría de los civiles. A partir de ahí, se acabó con la resistencia chechena y se puso fin a una crisis que se volvió a saldar con un balance desolador. Alrededor de 400 muertos, más de 700 heridos, de los cuales 230 son niños y una población rusa cansada que ya empieza a buscar culpables en el Kremlin. El peor parado podría ser el propio presidente, Vladímir Putin, por su mala política antiterrorista. Un problema que ha sacudido a Rusia de manera especial en las últimas semanas. Además de la crisis de Osetia del Norte, tan solo ocho días antes, también dos terroristas chechenias provocaron un doble atentado aéreo en que perdieron la vida 89 personas. También aquí, tanto el Gobierno como los servicios de inteligencia rusos levantaron muchas dudas sobre su trabajo ya que, en contra de la opinión de los expertos, mantuvieron durante dos días que el doble accidente se debía a fallos técnicos. Sin embargo, ambos aviones se estrellaron a la misma hora, uno de ellos explotó en el aire y los cuerpos de ambas terroristas nunca fueron reclamados por sus familias por lo que finalmente se acabó por reconocer que se trataba de un atentado. Estos sucesos, como el de otra terrorista que se inmoló en el metro de Moscú el martes, podrían haber estado motivados por las elecciones locales que se celebraron en Chechenia el pasado 29 de agosto y en las cuales se llevó la victoria el candidato prorruso.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio