CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
La política española del siglo XXI
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión02-05-2004
“No es sólo que estemos todos embarcados en la misma carabela –parafraseando a Chesterton–, sino que todos estamos en él igualmente mareados”. Esa sensación me invade cuando escucho las intervenciones en la nueva configuración parlamentaria tras las elecciones del 14-M. Cuando la semana pasada se debía discutir la decisión del Gobierno Zapatero de retirar las tropas de Iraq, la totalidad de los partidos se empeñaron en criticar la decisión del Gobienro Aznar de llevarlas. El PP sueña y piensa aún que es Gobierno y el PSOE –y el resto de los partidos– se ven oposición. Puedo entender este embrollo debido a dos acontecimientos extraordinarios: de un lado, nadie podía imaginar el 10-M que el 14-M ganaría el PSOE las elecciones. De otro, se da la extraña situación de que un solo partido configura la oposición y todos los demás están en contra de él y con el Gobierno. Así no hay quien se aclare. Pero este desnortado mundo al revés no rompe, sin embargo, una dinámica peligrosísima iniciada en la anterior legislatura y que tiende a acentuarse. Me refiero a la clara percepción por parte de los ciudadanos (y por culpa de algunos políticos y medios de comunicación) de que el Parlamento español no es un solo barco, de viaje compartido y destino común. Lo más grave de la política española del siglo XXI no son las decisiones negras del capitán del PP, las repetidas y continuadas meteduras de pata de este PSOE de agua dulce o la vuelta a la primera fila política de figuras oscuras de la última travesía socialista. Lo más grave de la política española del siglo XXI es que el presidente del Gobierno de la nación sea más amigo de quienes quieren acabar con la nación que del otro partido nacional. Lo más grave de la política española del siglo XXI es que hemos olvidado que el Parlamento español es un solo barco, botado y votado con una sola misión integradora y abierto a un solo destino. Si no cambiamos de actitud, superamos nuestro mareo y re-descubrimos que PP y PSOE comparten una travesía común, las elecciones del 14-M serán pura forma: cambiarlo todo para que nada cambie. Y nuestro barco, desgobernado por una tripulación con intereses contradictorios, naufragará en un dolor que a todos terminará por ahogarnos.