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EL CONTRAPUNTO

Al de abajo

Por Juan Emilio MaílloTiempo de lectura2 min
Opinión29-04-2001

La España sacrosanta lleva dos semanas criticando al señor que escribe debajo de mí por pedir que la Reina vaya a los toros. La mayoría de los afamados columnistas, monárquicos la mayoría, pero republicanos algunos de ellos, han salido en defensa -¿la necesita?- de nuestra querida Sofía de Grecia, como si hubiera sufrido el más abominable de los ataques. Cómo habrá sido la cantidad y la seriedad de los mensajes, que mi admirado Antonio ha optado por no volver a meterse con la España oficial. Espero que no lo haga, pero si no, el vecino de arriba seguirá su senda. Y la senda no es otra que la de la libertad de expresión, la misma que está suspendida en España para todo lo referido a una familia que, por cierto, cada vez es más amplia. Las monarquías son despreciables en esencia. Son injustas por su carácter hereditario, ya que el Rey se le impone al pueblo. Son machistas por su primacía del hombre sobre la mujer, o sino que alguien me explique desde un mensaje que no sea el “así ha sido y así tiene que ser”, cuál es la razón por la cual la Infanta Elena no puede ser Reina si es la primera hija de los Reyes. Del dinero que reciben del Estado prefiero no hablar, no vaya a ser que me cierren el chiringuito. Pero además de todo esto, los periodistas somos tontos. Hemos aceptado que la Familia Real es intocable, ¿por qué? A mí me parecería un desastre que la futura Reina de España fuese la señorita Eva Sannum. Me parece un capricho de un Príncipe que, si tiene todas las ventajas de su puesto por haber nacido donde ha nacido, tendrá que asumir todas las servidumbres que eso le supone, y si no lo hace, que renuncie, que no pasa nada. Así que querido Antonio, desde la libertad que la Constitución nos ha dado, critiquemos con argumentos lo que no nos gusta. Y los demás, que sigan yendo a los ágapes de Zarzuela, que son muy buenos.

Fotografía de Juan Emilio Maíllo