Los tres grandes de Europa proponen crear la figura del supercomisario económico
Por Eva Olarte2 min
Economía21-02-2004
Cuando falta poco más de un mes para la próxima cumbre de la Unión Europea (UE) y poco más de dos para el advenimiento de la Europa de los 25, olvidando las tensiones que un día hicieran que Gran Bretaña se alejara del bloque franco-alemán para apoyar una guerra que nunca fue defendida por el gran eje, Chirac, Schröeder y Blair unieron, el pasado 18 de febrero, sus manos y sus firmas en Berlín para proponer la creación de una nueva figura en el seno de la Comisión Europea.
Se trata, según los términos que utilizaron los propios mandatarios, de “un vicepresidente” que se encargaría de coordinar y de agilizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos en el año 2000 por la Agenda de Lisboa. Es decir, una especie de “supercomisario económico” que supervisaría las carteras de Industria, Comercio, Mercado Interior y Asuntos Sociales, con el objetivo de hacer avanzar las reformas económicas y sociales que, según lo acordado en Lisboa, debieran convertir a la Unión Europea, en el plazo de 10 años, en la economía más competitiva del mundo. En este sentido, el presidente francés señaló tres grandes líneas de acción para el nuevo cargo europeo: reforzar la educación universitaria y la investigación científica y tecnológica, consensuar ideas para conseguir una Europa más ofensiva en las cuestiones económicas y monetarias y, por último, coordinar la aplicación de políticas sociales acordes con los cambios demográficos. Aunque este tipo de reuniones entre líderes previas a los Consejos Europeos parecen habituales, nunca han sido bien recibidas por quienes no han formado parte de ellas, pues dan la impresión de querer establecer alianzas que, más tarde podrían imponerse al resto de países de la Unión. Esta vez, el sector más crítico ha sido el de los líderes conservadores (mandatarios del Partido Popular Europeo), encabezado por Silvio Berlusconi que, despechado o no por haber sido excluido del eje de los grandes de Europa, no dudó en aventurar que la propuesta difícilmente sería aprobada por el resto de países miembros, ya que había sido planteada a la manera de un directorio. Por otro lado y, al tiempo que rechazaba la fórmula del triunvirato para lanzar propuestas al resto de la UE, resaltaba la importancia de respetar el Pacto de Estabilidad y de avanzar en las negociaciones constitucionales de la Unión.