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SIN ESPINAS

Tamayo mató a Kennedy

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión29-06-2003

Tengo miedo. Estoy asustado. Conozco a Ricardo Romero de Tejada. He hablado varias veces con él. Conozco a varios abogados de la oposición venezolana a los que Tamayo presentó a José Esteban Verdes, el novio de la concejala de Gallardón, para que le pusieran una querrella a Chavez en la Audiencia Nacional. ¡Oh Dios mio! ¿Estaré implicado yo también en toda esta trama? Menos mal que no me hice un contrato de movil hasta despúes de la espantá de los transfugas ese fatídico 10 de junio. Ya me lo dijo mi madre: hasta el 40 de mayo no te fies de Tamayo. La última de las casualidades es que José Esteban Verdes informaba puntualmente al secretario general de PP en Madrid, Ricardo Romero de Tejada, de las conversaciones que tenía con Eduardo Tamayo, al que Verdes -del PP- asesora jurídicamente. Al menos, eso es lo que deducen los interesados porque del contenido de las conversaciones entre Romero de Tejada y Verdes, amigos de viejo, no se sabe más que lo que nos dicen ellos: que hablaban de la boda del abogado y su novia, la concejala de Gallardón y amiga también de largo de Romero de Tejada. ¿Verdes y con asas?, como dice Simancas. La verdad es que las casualidades empiezan a ser demasiadas. Y yo también aseguro que saldrán más porque en los medios ya los conocemos. Pero aquí ya se están olvidando otros delitos. La democracia y el Estado de las libertades se supera. Lo de las llamadas interceptadas a Benegas es ya como lo de Juan Guerra en la etapa de corrupción socialista: un juego de niños. En este país, el fin sigue justificando los medios. Que el partido socialista, la SER o El Mundo publiquen las llamadas de teléfono de unas personas es algo que tiene que poner ya en los tribunales la Agencia de Protección de Datos. ¿Les suena el delito de intromisión en la intimidad? Si no, los juicios estalinistas en los medios de comunicación estarán a la orden del día y cualquiera formará parte de una trama enmarañada por hacer unas llamadas a destiempo. Eso el principio de la actuación totalitaria y nazi. No al transfugismo periodístisco. Para eso están los políticos y no a los que nos toca denunciarlos.

Fotografía de Javier de la Rosa