APUNTES DE BANQUILLO
A la ingratitud la llaman “estilo”
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes29-06-2003
El final de Liga, por lo visto, ha dado rienda suelta a las veleidades –o no tanto– de algún que otro presidente. El más peregrino, de largo, Florentino Pérez: el constructor tuvo incluso que olvidarse de delegar en Jorge Valdano para poder hilar un argumento peregrino que tratara de convencer del “final de ciclo” de Vicente del Bosque. ¡Vaya ciclo más cerrado, con cuatro títulos de postín! Después de meter a seis cata-cracks en el vestuario del Santiago Bernabéu, ahora resulta que después de cuatro años, el entrenador no sirve porque su estilo no se adapta al club. ¿Qué estilo será ése que quiere Florentino, el de la elegancia de la alta alcurnia? Si precisamente la mano izquierda, el trabajo pausado y el sentido común de la mayor parte de las decisiones son el mejor estilo posible. ¿Qué quería además, que el entrenador venda cientos de miles de camisetas? Queda por ver si Carlos Queiroz va a ser mejor que el salmantino sin perder el sentido del equilibrio: me da a mí la impresión de que la Décima Copa de Europa se va a hacer esperar. No ayudan estos cambios a rebajar esa imagen de club señor, sí, pero también soberbio y prepotente –en ocasiones– que tiene el Real Madrid. ¡Ay! Ya no podrá Del Bosque seguir, despacito y buena letra, acercarse a la figura de Miguel Muñoz, el entrenador legendario de la Casa Blanca. Tampoco se le dio tiempo a Radomir Antic, casi, ni de despedirse. Había prisa por imponer el estilo Dream Team que propugnan Joan Laporta y su mentor, Johan Cruyff –es de suponer que hayan tomado nota de la Triple Corona del baloncesto, una clase magistral de sobre cómo organizar un equipo campeón sin que el entrenador se imponga a los jugadores–. Las ganas de romper otra vez con la pesada herencia de Joan Gaspart son más fuertes que el seny del que presumen, a veces con razón, muchos de los directivos: a Antic le gusta, como el que más, el fútbol equilibrado y talentoso. Sin embargo, a pesar de ser uno de los artífices de que el Barça no se descolgara de Europa, el serbio no encajaba en el glamuroso proyecto culé: cinco minutos de reunión, y despedido. Qué manera de predicar la elegancia en el trato a los empleados, sí señor. Incluso al Valladolid le ha dado el ramalazo y se ha echado al monte. Después de ir desmantelando el plantel, de hacerle al bueno de Pepe Moré un roto que se veía obligado a remendar cada temporada, la gente de Pucela no parece que haya agradecido lo suficiente los desvelos del técnico, que de no haber sido por la ambición ciega de los aficionados, pudo –incluso– haber acercado al cuadro castellano a la UEFA. Por no hablar del Murcia y David Vidal, que también se las traen tiesas... Qué triste que estos técnoicos se tengan que ir sólo con el orgullo del trabajo bien hecho. Qué manera de agradecerlo.