SIN ESPINAS
Hidra Madrazares
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión08-06-2003
No se me olvidará cuando mi tocayo Madrazo -es lo único que tenemos en común- llamaba motu proprio a Onda Cero para que le tomáramos declaración como el reo que se entrega ante la justicia después de cometer un delito grave. Era el político al que no había que llamar. Era el primero que aparecía en la radio para condenar un atentado de ETA. Era el que utilizaba la dialéctica más vehemente para reprocharle a los etarras su zafia y bestial conducta. Madrazo se quería hacer un hueco mediático a costa de los asesinatos de los terroristas. Es uno de esos aprovechados que han hecho carrera con esto. Por desgracia, no es el único. Poco a poco su discurso ha ido cambiando y amoldándose a sus intereses. Hasta tal punto, que su política de asedio al Gobierno de la nación, le ha valido un cargo de consejero en el Ejecutivo vasco y que los proetarras ilegalizados de la izquierda abertzale hayan desviado sus sufragios a la IU-EB que él lidera. Desde hace un tiempo pasa de Llamazares, que no sólo le ríe las gracias sino que al ser un calco de Madrazo, considera que está haciendo la revolución de la verdadera izquierda. Ambos son mediáticos y se cargan de eslóganes tan vacíos como estúpidos. Nunca reprobaría su forma de comunicar si no la pusieran al servicio de su particular cruzada antisistema y antipatriota. Se gustan de ser las moscas cojoneras de la actual vida pública. La unión de estos dos personajes conforma la Hidra de la política española. Una Hidra de dos cabezas que se traduce en el cáncer de esta sociedad. Llamazares amenazaba esta semana a José María Aznar con llevarle a los tribunales si trata de criminalizar a IU por su conducta. Madrazo y Llamazares le llamaban “terrorista como los de ETA” hace unos meses durante la guerra de Irak. Madrazares apunta ahora a una conspiración judeomasónica del PP para suspender la autonomía del Parlamento vasco. Dice que “le consta”. Lo peor es que hasta el risueño Felipe Alcaraz, defensor de todas las causas pobres contra el Gobierno en las comisiones del Congreso, secunda la actitud de este bulto sospechoso. “Javier es un político contestado desde todos los bandos, nacionalistas y constitucionales, porque mantiene su independencia en contra de la cruzada que se vive en el País Vasco”, viene a decir de él. Madrazo es un tibio que sólo se sirve a sí mismo, a su afán de figurar y cuya irresponsabilidad no tiene límites. Madrazo es a la política nacional como el niño acomplejado que después de que unos pandilleros te hayan dado una paliza, se acerca y te remata con una patada en la cabeza. Un cáncer al que extirpar que me molesta porque le estamos dando bola.