SIN CONCENSIONES
Hipocresía
Por Pablo A. Iglesias
1 min
Opinión20-04-2003
El pecado de la mentira aparece de las formas más insospechadas. El engaño, la hipocresía, la manipulación, la difamación y el camelo esconden en sí mismos un modo de ocultar la verdad. El arte de mentir es tan complejo que algunos lo han convertido en un estilo de vida. Estudian nuevas vías de transformar la realidad en beneficio de sus propios intereses. Además, caen en la incoherencia de decir una cosa y hacer la contraria. La guerra de Iraq ha demostrado que al final siempre triunfa la verdad. La hipocresia de Alemania ha quedado de manifiesto. Rechazaba el ataque a Sadam después de haber firmado un contrato comercial con Iraq y al mismo tiempo que prestaba las bases militares a Estados Unidos. El mensaje electoralista de PSOE e IU estaba basado en el difama, que algo queda. También ha retratado la manipulación del ministro iraquí de desInformación, ese visionario que presumía de derrotar a la coalición anglosajona. Unos y otros, Aznar incluido, han pervertido el lenguaje hasta el punto de disfrazar de misión humanitaria el envío de 900 soldados al Golfo Pérsico. La verdad siempre reluce. A veces, tarde. En ocasiones, cuando sólo sirve de consuelo. Otras, ni eso. Quienes tanta libertad persiguen y prometen olvidan que la base de las democracias es la información transparente y precisa. Para mostrar la verdad hacen falta conciencias honestas. Como esta vez tampoco han aprendido la lección de la paz, los políticos deberían aprehender al menos la lección de la verdad. Pueden engañar a unos pocos durante mucho tiempo. Pueden engañar a mucha gente durante poco tiempo. Pero engañar a todo el mundo todo el tiempo es imposible. La verdad siempre reluce. Y, tarde o temprano, pasa factura.
Seguir a @PabloAIglesias
Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito