APUNTES DE BANQUILLO
El cisma apunta a su fin
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes08-03-2003
Después de tres años, la cordura parece imponerse por fin en ese galimatías en que se había convertido el panorama de las cestas europeas. La apertura de miras del nuevo director general de FIBA Europa, el canadiense Nar Zanolin, y su presidente, el griego Giorgos Vassilakopulos, ha terminado con la cabezonería de su predecesor, Borislav Stankovic, quien prefirió mantener un pulso con la Unión de Ligas Europeas (ULEB), que preside Eduardo Portela, y el secretario general de la Euroliga, Jordi Bertomeu. Así que al ponerse a trabajar todos en la misma dirección, la reunificación que se avista en el baloncesto continental no puede traer más que beneficios. Por fin el sueño de hacer del baloncesto el segundo deporte más seguido, e incluso en algunos países el primero, es un objetivo alcanzable. Queda claro que cuando hay voluntad de dialogar, el acuerdo se alcanza rápido. El excelente trabajo de promoción de los representantes de los clubes –coronado el pasado noviembre con el fichaje de Marshall Glickman, ex propietario de la franquicia de los Portland Trail Blazers, de la NBA, como responsable del plan de márquetin– resulta de ayuda para los responsables federativos, que por fin se han dado cuenta de lo que tienen que ganar. Así que los aficionados al buen baloncesto pueden tomar nota: el 15 de abril, probablemente, las partes firmarán el acuerdo de colaboración, que salvo sorpresas de última hora, queda pendiente tan sólo de algunas cuestiones formales y va orientado “por el camino adecuado”, como reconocen los implicados. A falta del refrendo posterior por los clubes europeos y las federaciones nacionales, se pone fin a una crisis entre dos instituciones condenadas a entenderse. El reparto de poderes, por el que la Euroliga quedará como primera competición, mientras que la organización y gestión de los restantes torneos –incluida la Copa ULEB– correrá a cargo de la FIBA, es una buena solución, no sólo de compromiso. La principal consecuencia es el reconocimiento de la importancia de los clubes en el modelo europeo, lo que supone un salto cualitativo y una aproximación a las Ligas nacionales, que organizan las asociaciones de clubes de cada país. El potencial de crecimiento, así como la competencia de los responsables, están fuera de toda duda: el siguiente paso es elaborar un plan y unos objetivos adecuados para recuperar el tiempo perdido y acercarse, un poco más si cabe, a la rentabilidad del modelo NBA. El baloncesto, en todo caso, está de enhorabuena.