DAVOS Y PORTO ALEGRE
La amenaza de guerra en Irak eclipsa el desgaste del capitalismo tradicional
Por Gema Diego2 min
Economía26-01-2003
Ni siquiera un pequeño país alpino formado por cantones independientes ha podido librarse de los estruendos de los primeros tambores de guerra. La determinación estadounidense de atacar Irak ha llegado hasta el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), una reunión que, en principio, debería dedicarse a debatir nuevas formas de hacer economía.
Tanto ruido ha metido Estados Unidos con sus planes de ataque que ha logrado acallar las pretensiones de crecimiento de los líderes mundiales. Un deslucido conformismo se ha reflejado en casi todas las intervenciones. "La mejor noticia del 2002 es que no ha habido otro 11-S, porque habría sido devastador para la economía mundial", ha llegado a afirmar el vicepresidente ejecutivo del banco de inversión estadounidense Capital Group, Michael J. Johnston. Sin embargo, de aquellos polvos vinieron estos lodos, y, si el año pasado el Foro -que tuvo lugar en Nueva York en solidaridad con las víctimas del atentado contra las Torres Gemelas- estuvo copado por el miedo hacia el nuevo terrorismo internacional, este año ha habido poco más que consideraciones sobre lo mala que sería una guerra para el precio del petróleo. Según el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Álvaro Silva, las consecuencias se están dejando sentir antes de que caigan las primeras bombas: el precio del barril se aleja demasiado de unos estables 25 dólares. Esta preocupación por el crudo ha convertido al secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, en la estrella de la cumbre, en detrimento del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que ha asistido también al Foro de Porto Alegre en un intento de conciliar los intereses de los ricos con los de los pobres. Todos han estado pendientes de las palabras de Powell, tratando de obtener la confirmación del ataque inminente o de una calma cada vez más intranquila. Finalmente, como siempre, las palabras más cuerdas han quedado ahogadas. Esta vez no han sido los activistas antiglobalización los que han dado en el clavo con sus protestas desestructuradas y frenadas por unas impresionantes medidas de seguridad que le van a costar a Suiza 10 millones de dólares. En este caso, dos presidentes iberoamericanos han localizado los verdaderos problemas. Por un lado, el mexicano Vicente Fox, que ha insistido en que ya es hora de "enlazar economía y políticas sociales". Por el otro, el colombiano Álvaro Uribe ha acotado dónde se encuentra la verdadera violencia terrorista con un ejemplo muy cercano a él: "El terrorismo en Colombia no es una consecuencia de la miseria ni de la pobreza, sino que es la causa".