SIN ESPINAS
Poder en la sombra
Por Javier de la Rosa1 min
Opinión19-01-2003
No hay mejor y más inteligente manera de ejercerlo. Arte que conocen sólo unos pocos. Sombra no es sólo sinónimo de oscuridad, también de cobijo; es estar al resguardo de quien te la proporciona. Esa lobreguez aporta un amplio margen de maniobra. Permite ser invisible, hacer y deshacer cual espectro en la noche, caballero de tinieblas. El verdaderamente poderoso actúa así. Deja hacer a los demás. Envía ejércitos de influencias con los sellos más caros, tinta indeleble y remite en blanco. No es la marioneta que aparece ante las cámaras. Nadie sabe donde están pero están en todas partes. También y más que nada en el ataque a Irak. Una vez vi “una guerra”. Los inductores, los ideólogos, los interesados eran generales con bandera en mano que jugaban al Estratego mientras peones y mineros -los más numerosos- caían intentado descubrir donde estaban las bombas del enemigo. Ellos sólo morían antes del absoluto final de este juego de guerra. Aquí la bandera está enclavada en un pozo tan negro como la sombra en la que se esconden. En la noche de los hombres se mueven y en la oscuridad de las almas vivirán eternamente. No son más de doce los que se juegan el mundo a nuestra costa. Tienen nombres y apellidos, beben café, fuman puros caros y se sientan a jugar en una mesa con tapete verde. Judíos masones con excusas sionistas; jeques musulmanes con pretextos mahometanos. Nacidos en todo el mundo, porque en todo el mundo hay petróleo negro. Tal vez, por eso, la túnica con la que se cubre un Papa que no justifica ninguna guerra es blanca. Porque el blanco es mucho más difícil de esconder en la sombra.