Lucha contra el hambre, que cada día acaba con más pequeños
Por Ana Romero Vicente2 min
Economía08-12-2002
En Argentina continúan las manifestaciones. Hace unos meses fueron muy sonadas las caceroladas, como aquella con la que lograron que Fernando de la Rúa dimitiese, u otras que irrumpían en las calles a grito de "abajo el corralito". Una vez que el corralito se ha levantado, que no el corralón, las manifestaciones han continuado celebrándose, pero han adquirido un cáliz mucho más dramático: ahora piden comida. La gente se está muriendo de hambre.
Los gritos de miles de argentinos que asaltan las calles se tornan esta vez mucho más desesperados: la necesidad imperiosa de obtener alimento se incrementa a una velocidad increíble. Los índices de pobreza e indigencia en Argentina aumentan cada mes, cada día, incluso cada minuto: por cada uno, 12 personas se quedan en absoluta miseria. Agrupados en asociaciones, los desempleados porteños recorren las calles de las ciudades más importantes de Argentina pidiendo colaboración a grandes cadenas de supermercados. Sin saqueos y con buenas formas les ruegan que donen comida para alimentar a todas las miles de personas que no tienen nada que llevarse a la boca. Algunas veces consiguen convencer; muchas otras veces son ignorados. Al menos 50 niños mueren en el país andino cada día y es la falta de comida la principal razón. Intentar esgrimir otras causas de tal mortandad resulta incoherente: al final el pequeño que muere lo hace como consecuencia directa o indirecta de una mala nutrición. Los niños ya no tienen apenas defensas para luchar contra enfermedades consideradas banales hoy en día pero que allí suponen una muerte casi segura. Con este panorama resulta muy doloroso saber que tan sólo uno de cada cinco pequeños tiene una fuerte desnutrición. Su vida corre un gran peligro. Pese a que en muchos hospitales provinciales los medios de comunicación han tenido grandes dificultades para acceder a información, éstos logran hacerse eco de algunos de los tristes sucesos que acontecen en ellos. Han averiguado que en Tucumán murió otra niña de tan sólo un año y dos meses de edad. Su corazón no funcionaba bien y estaba muy desnutrida. Es precisamente en esta región donde la mujer del presidente argentino, Eduardo Duhalde, va a iniciar la Operación Rescate, a través de la cual hará llegar las ayudas sociales a todo rincón del país andino, según ha declarado. Pero muchos no tienen fe en este movimiento y lo tachan de electoral. La mayoría de los argentinos ya han dejado de confiar en los políticos que gobiernan su país y su preocupación ha pasado a ser otra: la de paliar el hambre, el de sus hijos sobre todo, que resulta lo más lamentable para un padre. Pero también se mueren de hambre miles de ancianos desvalidos, desatendidos, desnutridos. El Gobierno no les ha prestado ninguna atención todavía, y su situación de penuria se remonta a 1990. Ante esta situación, las ONG's trabajan sin descanso pero recuerdan al Gobierno que no las olvide. En unos casos tienen alimentos, pero no suficientes voluntarios. En otros casos la comida escasea, y no es porque no se esté enviando. Muchos gobiernos de provincias están empezando a ser acusados de desviar las ayudas a otros lugares o incluso de cobrar dinero a su población a cambio de alimento.