EL REDCUADRO
Oriana y Valéry
Por Antonio Burgos2 min
Opinión11-11-2002
Cojo la calculadora, porque soy de Letras, y echo las cuentas. El fascismo terminó en Italia en 1945. Hace 57 años. El fascismo terminó en España en 1975. Hace 27 años. Siempre pensé que la solución para España hubiera sido que Serrano Suñer se hubiera salido con la suya y que Franco nos hubiera metido en la II Guerra Mundial de lado de los alemanes. Así, en 1945, España habría sido liberada por los aliados. Los americanos habrían entrado con sus jeeps por la Gran Vía repartiendo chicle y libertades, y quizá hasta habrían restaurado la Monarquía en la persona del Conde de Barcelona. Si se hubiera cumplido esta ucronía, quizá a estas horas tendríamos en España una Oriana Fallaci diciendo todo aquello que usted piensa pero que no se atreve a proclamar. Nos falta aún mucho tiempo para que aquí alguien pueda terminar con esta otra dictadura que padecemos, que nadie denuncia y contra la que nadie se rebela: la de lo políticamente correcto, que deja en pañales a los liberales del XIX que imponían la Constitución de 1812 a Fernando VII al grito de "Trágala, perro". Ahora no sólo los absolutistas, hasta los liberales sufren el "trágala" de lo políticamente correcto. A la trágala hay que callarse, porque como nuestro pasado totalitario está aún tan cercano, suele darse la contradicción de que te llaman fascista si hablas precisamente en nombre de la libertad. Si a la Fallaci, con 57 años de democracia en Italia, le han liado la del tigre por expresarse en libertad ante el Foro Social de Florencia, imagínense la que hubieran liado aquí a quien se hubiera atrevido a decir algo semejante cuando la Cumbre Europea de Sevilla. Nos faltan aún 30 años en el cronómetro de la mala conciencia histórica del pasado fascista para que la democracia pueda ser empleada en esos benéficos y catárticos fines de profilaxis social. Y si aún nos faltan 30 años para tener una Fallaci, nada digo la eternidad que nos queda para poder hablar de Europa como Giscard d´Estaing. Hay que vivir en la Francia de las libertades para poder tomar el mapa como ha hecho Giscard, contemplarlo con eso ahora políticamente incorrecto que es el sentido común y advertir sencillamente que Turquía no está en Europa. Para poder emplear el sentido común (o la moral, o la ética, o la ley natural) a estas alturas de totalitario pensamiento único hay que vivir en una nación con un pasado democrático como Francia. Y aun así, hasta en la misma Francia, donde Moliere no se quedó manco luchando contra el Turco, te las dan hasta en el cielo de la boca, como a don Valéry. Por mí, pues, que no quede la estricta observancia del santo temor a este nuevo dios de lo políticamente correcto. Iba a escribir de un asunto que usted se imagina, pero me he quedado con la copla de la Fallaci y de Giscard: "Yo no tengo más remedioque agachar la cabecita, decir que lo blanco es negro".
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor