ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Reconciliarse con la Justicia
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional27-11-2017
Pocas cosas hay más frustrantes que vivir una injusticia. Si esta, además, se sufre de manos de la Justicia, la sensación de impotencia e incluso rabia aumenta considerablemente.
Las personas que cometen delitos deben ser juzgadas y condenadas por lo que hacen. En este punto entran en juego dos teorías: una de ellas afirma que la cárcel tiene que servir como rehabilitación; la otra cree que la estancia en prisión debe ser un castigo y una forma de alejar un peligro potencial para la sociedad.
Sin embargo, hay acciones tan atroces que no merecen dar la posibilidad de una rehabilitación. Los grandes asesinos y criminales que actúan con premeditación y alevosía no deberían recuperar la libertad.
La sociedad española está, lamentablemente, acostumbrada a tragar con sentencias contundentes cuando se dictan, pero que se convierten en laxas cuando se ejecutan, ya que no hacen justicia a la gravedad de los hechos cometidos.
No es de recibo que un terrorista que asesina a decenas de personas tan solo esté 30 años en prisión y durante su estancia goce de privilegios y hasta sea puesto en libertad por motivos de salud... o que un joven que mata a sus padres o que viola a una niña pase menos de cinco años en un reformatorio y quede libre, como si no hubiera ocurrido nada, porque cuando perpetró los hechos tenía 17 años y 11 meses, y se beneficia de la nefasta ley del menor.
Qué diferente a lo que sucede, por ejemplo, en Estados Unidos. Allí, Charles Manson, uno de los asesinos más conocidos, ha fallecido en la cárcel, a los 83 años, después de ser condenado a cadena perpetua y de pasar décadas entre rejas por unos crímenes que perpetró e instigó en los años 60 del siglo XX.
También se acaba de dictar cadena perpetua para el general serbobosnio Ratko Mladic por su actuación en la guerra de Bosnia y, especialmente, por ser uno de los responsables de la matanza de Srebrenica (1995). En esta, aproximadamente, 8.000 personas musulmanas fueron asesinadas (incluyendo mujeres, niños y ancianos) durante un proceso de limpieza étnica. Estos hechos ocurrieron ante la pasividad de cientos de cascos azules de Naciones Unidas, cuya misión era proteger a la población civil, pero que se mantuvieron al margen, en uno de los hechos más bochornosos de la ONU.
La prisión permanente impuesta a Manson y Mladic debería ser reconfortante para la sociedad además de disuasoria para los criminales. Primero porque se hace justicia a las víctimas y, segundo, porque recuerda a los delincuentes que sus actos tienen consecuencias penales.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD