ANÁLISIS DE CULTURA
Zuloaga y la identidad nacional
Por Marta G. Bruno3 min
Cultura27-09-2017
¿Urnas escondidas en panes? ¿Una asociación que lleva jamón ibérico y vino Rioja para la Guardia Civil? Se hizo el silencio. La ‘Operación jamón’ como versión veraz y cruenta de una suerte de Torrente que no es más que la España profunda, la misma que afecta a todo su territorio y no ya a unos cuantos pueblos olvidados. Esa misma que por una parte lleva décadas tratando de que el resto la mire, con la mano levantada. “¡Yo, yo!, ¡aquí, aquí!”. Y cuando creímos que por fin así sería, salió ese espíritu bravo que nos define.
Pues bien. Cuando los hechos contemporáneos se escapan de nuestra comprensión suelo buscar la respuesta no ya en la experiencia de los vivos, sino en los recuerdos dejados por los muertos. ¿Qué pintaría en sus lienzos Goya ante tal panorama? Fernando Aramburu definía el pasado domingo en el Hay Festival de Segovia su visión de la crisis a la que se enfrenta ya no Cataluña, sino España en su conjunto, con una comparación con el cuadro de los fusilamientos del 3 de mayo de Don Francisco de Goya: "a la izquierda los madrileños, a la derecha la fila de soldados franceses. Yo puedo pensar que Goya tuviera sus preferencias personales. Pero él, como pintor, debía prestar la misma atención y el mismo esmero a unas figuras y a otras".
Es difícil ver la situación que se vive en Cataluña fuera del marco. Y en ese paisaje veo tres grupos: los líderes políticos que mueven los hilos de las marionetas, muchas por desgracia menores de edad, que repiten como papagayos las "bondades" del procés. Esas marionetas que en realidad son víctimas de los que efectivamente les representan. Y en el tercer grupo el resto de España, que ve desde fuera esta situación como una sátira digna de libro y que pide a gritos ponerle punto y final al bochorno con el debido respeto a la legalidad.
"La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos". Goya tenía el don de la pincelada filosófica y los desastres de la guerra su denuncia a las consecuencias sociales del conflicto, para todos los bandos. La brocha y el detalle para demostrar ante quien lo viera la inmensidad del ser humano en su eterna complejidad, tan asombrosa como inexplicable. La felicidad nunca termina de contentarnos y con ello acabamos enterrados en la miseria con tal de buscar eso que anhelamos, aunque se trate de una fantasía.
Aceptar lo que somos de base sin caer en la mezquindad del conformismo de un extremo. Evitar llegar al otro, a la ensoñación desmedida. Por eso Zuloaga exportó nuestra identidad como país aunque muchos le tacharan de pintar "españoladas". Entonces el debate sobre la identidad nacional también estaba encima de la mesa. La Fundación Mapfre lo recupera justo en ese momento clave en el que nuestra imagen vuelve a quedar en entredicho. Y, de nuevo, los culpables no son los extranjeros, que por lo general aprecian con respeto nuestra cultura, sino nosotros mismos, nuestro peor enemigo. Recomiendo este viaje a nuestras raíces inmutables que cabalgan en una tragedia constante entre el vivir en paz o la batalla constante.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press