SIN ESPINAS
La amenaza fantasma
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión20-10-2002
No es la guerra de los mundos inventada por visionarios de la ficción-realidad como Orson Welles o George Lucas. Pero se le parece. Una persona que recién he conocido cita reiteradamente que efecivamente “hay otros mundos, pero están en éste”. Y después de haberle echado un vistazo a lo acontecido esta semana en el planeta, puedo percibir que en nuestro alma late esa amenaza. Nos amenaza un francotirador fantasma que se cree “Dios”. Cuando tan sólo es un hombre que demuestra lo fácil que es destruir una vida humana. Ni uno de esos black bird o aviones fantasma de rastreo puede localizar a este poltergeist. Cuatro atentados terroríficos en menos de un mes han dejado -en Indonesia, Filipinas y en todo el planeta- un reguero de sangre tan fantasmagórico como la verdadera identidad de sus responsables. Ya nadie reivindica explícitamente la autoría de sus crímenes. Qué raro. Antaño nos decían que el principal objetivo de una acción terrorista de este tipo era la publicidad que buscaban sus autores. Todo eso alimenta el desconcierto, la confusión, que el miedo que sentimos sea más incontrolable. Además, el único al que todos apuntan es un fantasma cuya voz espectral sólo se escucha en Al Yasira. Son comunicados audiovisuales que más bien parecen psicofonías de ultratumba. ¿Será el espíritu de Bin Laden quien maneja los hilos? ¿Acaso vive o era uno de los pilotos que nadie vio estrellarse en la fachada del Pentágono? No sé nada. Pero si de lo que hablamos es de fantasmas de verdad, mencionemos al rey. No, Elvis no. Aunque todavía muchos le vean vagar por los escenarios o en paraísos terrenales. Hablo del fantasma entre los fantasmas. George Bush, ese sí que sabe meter miedo. Ese sí que nos tiene a todos en ascuas. Todo el mundo y la ONU sabe que la solución para acabar con esta nueva forma de guerra -con el terrorismo fantasma- tiene muy poco que ver con un ataque a Irak y a Sadam Hussein. Aunque no estaría de más derrocar a este otro malvado. Pero por otros motivos. Lo que no se entiende es que Bush ponga toda su energía en convencer a la ONU de esta absurda idea que no se cree ni él. Más si cabe, cuando en su mano está reducir el terrorismo en el mundo a desequilibrados incontrolables que se creen “Dios”. Pero si con uno en Washington no pueden, hasta que los cazafantasmas se hagan realidad, tendremos que decir que este es sólo el episodio I de la amenaza fantasma; porque la saga continúa.