ANÁLISIS DE ESPAÑA
La clase de natación
Por Alejandro Requeijo2 min
España23-01-2017
No es en la acogida de refugiados donde se la juega Europa, sino en lo que suceda después. Donde se la juega de verdad es en episodios cotidianos como el que ha tendido lugar hace unos días en Suiza. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha obligado a una familia musulmana de origen turco a que sus hijas acudan a clase de natación como el resto de sus compañeros. Es en casos concretos como este cuando la inmigración pasa de ser un fenómeno a representar un conflicto. Es en pleitos como este cuando se desciende del eslogan y la pancarta de trazo grueso a la vida real. Ya sea el Refugees Welcome o la xenofobia de los movimientos reaccionarios que se extienden por Europa se demuestran insuficientes ante la complejidad del hecho concreto. La inmigración es un fenómeno inevitable y ahí está el alcalde de Londres, de padres pakistaníes, para acreditar que no tiene porqué significar una amenaza. Sin embargo, el caso de las niñas en Suiza nos devuelve inexorablemente a pensadores como Sartori, que advertían de los riesgos del multiculturalismo cuando se pretende dar encaje a la concepción teocentrista de la vida que tantas veces expresa el Islam.
El caso se remonta al año 2008, cuando la asistencia a clases mixtas de natación de las hijas de Aziz Osmanoglu y Sehabat Kocabas supuso un problema. Desconozco la libertad de esas niñas para decidir si querían o no acudir a clase con el resto de sus compañeros. Quizá ayude recordar su edad, ocho y nueve años. Parece improbable imaginárselas pidiendo como regalo de cumpleaños un recurso ante el Tribunal de Estrasburgo para hacer valer su voluntad. De nada sirvió que el colegio les ofreciese un vestuario para ellas solas. La victoria del Estado suizo habría sido total de no ser porque el colegio ofreció la opción del burkini, motivo de encendido debate hace no mucho en Europa en el que las Femen perdieron por incomparecencia, por cierto. Pero ni siquiera esa prenda era suficiente para la familia.
Al final, la Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo dio la razón a Suiza en una resolución que ha pasado desapercibida pese a que en una sola frase viene a preservar todo lo que Europa es: "El interés de los niños por una escolarización completa, que permita alcanzar una integración social según las costumbres y las costumbres locales, prima sobre el deseo de los padres de ver a sus hijas eximidas de los cursos mixtos de natación". No serán las alambradas ni los discursos populistas lo que defenderá nuestras sociedades modernas, sino el abrazo sin complejos del imperio de la Ley. El reconocimiento de la libertad religiosa siempre y cuando esta no se salga del ámbito privado para amenazar el principio irrenunciable de que todos somos iguales, también ante una clase de natación.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio