ANÁLISIS DE LA SEMANA
No al Nobel de la Paz
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad13-10-2002
Los premios están de más. No harían falta. Menos aún con algo como la paz, una palabra que lo llena todo pero que parece estar en ninguna parte. Se llena la boca cuando uno dice “paz”, pero es un instante tan breve... El Comité de los Premios Nobel ha decidido este año que Jimmy Carter sea condecorado. El motivo: porque puso palabras en vez de misiles, porque intercedió con la fuerza del diálogo entre bandos aparentemente irreconciliables. La paradoja: que el premio ha visto la luz al día siguiente de que el Congreso estadounidense diese la venia a George Bush para atacar Irak. A este paso tendrían que inventar un premio a lo ético. Que se investiguen las células sin que se manipule la vida; que se observe el universo, sí, pero antes que se destinen los millones de euros y/o dólares que vale un cohete espacial a saciar el hambre; que se anteponga la vida y la salud del hombre a la producción, al beneficio, a lo rentable económicamente, al interés, a la defensa de las fronteras con las armas... ¡Más paradojas! Sería una buena noticia que no existiera el Nobel de la Paz y, si existiera, que fuese multitudinario, eso significaría que habría muchos hombres buenos. El manifiesto sería larguísimo, casi eterno: “Premio Nobel a las madres y a los padres, a las abuelas y a los abuelos, a los hijos, a los políticos y a los ciudadanos anónimos, a los escritores y a quienes les leen, a los empresarios y a quienes trabajan con ellos –y para ellos-, a los periodistas y a la verdad, a los curas, a los pecadores y a los santos; premio Nobel a los maestros y a los alumnos, a los policías y a los ladrones de buena voluntad, a los delincuentes de poca monta, a los labradores, a los banqueros, a la señora de la limpieza y al barrendero…”. Pero, según está el mundo, el Premio Nobel, también el de la Paz que acostumbra a tirar de las orejas a más de uno, no está de más.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo