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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

#losmartesmolan

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad12-04-2016

Según van cayendo los años en la biografía se van cruzando en ellos personas que dan golpes de cincel, calambres o pellizcos al corazón que marcan las arrugas de las sonrisas y la experiencia que nos identifican. Y aunque se crean un mísero gusano o el último de la fila, ni en horas bajas dejan de hacer tambalear cimientos en los castillos de arena de los demás, por muy altos que se construyan o mucho que brillen los oropeles de sus séquitos. Los responsables de esos efectos colaterales suelen ser esos seres extraordinarios a los que la marca Aquarius dedica sus campañas para vender más su bebida para deportistas a todo hijo de vecino. 

Las próximas campañas las debería llamar 'pellizcos en el corazón' o 'los martes molan'. El segundo lema no es mío, sino de una persona digna de algo más que un spot de televisión: responsable, luchadora, sensata, prudente, trabajadora, alegre, cariñosa... De esas que todos tenemos un ejemplo aunque no sea noticia ni se haga un póster con su foto retocada.

Esta persona en concreto dice medio en broma medio en serio, que los martes son el peor día de la semana, una especie de castigo apocalíptico para el triste currito al que ni la lotería salva de la rutina. Y, medio en broma, medio en serio, lancé hace tiempo el grito contrario a esa torre de Babel de las redes sociales. '#losmartesmolan', escribí, con la honda creencia de que todos los días son imprescindiblemente importantes, que no volverán y que un jueves, un lunes o un martes puede cambiarte la vida para mejor. Creo que la oposición a los martes es de las pocas flaquezas del protagonista de estas líneas.

Las leyendas urbanas apuntan a una estrategia de marketing a que un lunes de enero sea el día más triste del año. Y los argumentos, según más de una cabeza pensante, explican a que se debe a que ya pasaron las fiestas navideñas y su brillo, que las siguientes vacaciones están lejos y que aún las tardes tienen poca luz. Todo muy deprimente.

Esa teoría podría aplicarse a los martes, pues la diversión y desconexión del fin de semana ha pasado y aún queda muchas horas de trabajo para avistar el próximo. Y esta es la teoría que, medio en broma, medio en serio, defiende esa persona que me pellizcó el corazón, porque demuestra todos los días que la libertad no depende de una silla de ruedas y que, como en su caso, el ser humano puede ser maravilloso.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo