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SIN CONCESIONES

Odio entre Aguirre y Rajoy

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión16-02-2016

Esperanza Aguirre ha hecho trizas la estrategia de Mariano Rajoy. Su equipo llevaba semanas tratando de cerrar filas internas para reforzar el liderazgo del presidente del Gobierno en funciones. Rajoy sabe que sus posibilidades de repetir al frente de La Moncloa pasan por un milagro, pues primero necesita que Pedro Sánchez fracase en su intento de investidura y después que se preste a negociar una gran coalición con el PP y Ciudadanos. Y si no... elecciones, a las que Rajoy por supuesto quiere volverse a presentar.

Rajoy prefiere quedarse quieto a lo don Tancredo y esperar un error del adversario
Las posibilidades son tan remotas y el panorama político tan incierto que Rajoy parece el protagonista de El desafío, la película que narra la hazaña del equilibrista Philippe Petit al querer cruzar las Torres Gemelas de Nueva York caminando sobre un cable en 1974. El más mínimo traspiés puede hacer añicos los planes de Rajoy, así que el gallego ha vuelto a comportarse tras las elecciones generales como el político excesivamente prudente que siempre fue y que sólo abandonó cuando en campaña tuvo que pedir el voto a los españoles. Rajoy es de los que prefiere quedarse quieto a lo don Tancredo y esperar un error del adversario antes que dar un paso al frente por muy seguro que parezca. Por eso declinó la oferta del rey Felipe VI para someterse a la investidura. Por eso huye siempre de los problemas.

Ahora su problema se llama Esperanza Aguirre, una vez más. Quien tantas veces ha cuestionado el liderazgo de Rajoy dimite para ponerle aún más en aprietos. Con su renuncia, abre el debate que el PP lleva semanas tratando de preservar cerrado. Demuestra que los políticos deben asumir responsabilidades por la corrupción aunque no tengan culpa judicial. Da ejemplo y eso la legitima para pedir que otros hagan lo mismo. Dimite pero no se va porque nunca se ha ido de la primera fila y nunca abandonará. No al menos hasta cumplir su última misión. Aguirre soñaba con ser presidenta del Gobierno pero Rajoy frenó sus intenciones en 2008, con la inestimable e imprescindible ayuda de Francisco Camps y Javier Arenas. Quiso ser alcaldesa de Madrid para dar el salto desde ahí al Congreso de los Diputados pero se estrelló contra Manuela Carmena. A sus 64 años le queda poco o nada que conseguir en política. Poco salvo una cosa... acabar con Mariano Rajoy.

A Aguirre sólo le queda una cosa en política: acabar con Rajoy
"No es el tiempo de los partidismos ni los personalismos. Es el tiempos de los sacrificios y las cesiones". El mensaje de Esperanza Aguirre al renunciar como presidenta del PP de Madrid parece una advertencia hacia La Moncloa. El PP sabe que sin Rajoy tendría más opciones de pactar la investidura, pero desde la cúpula intentan silenciar ese debate. El PP sabe que sin Rajoy conseguiría más votos en las urnas, pero oficialmente nadie quiere hablar de otro candidato. Hay pánico interno a la sucesión porque nadie sabe cómo llevarla a cabo tras el dedazo de Aznar. Hay pánico también porque Soraya Sáenz de Santamaría tiene el respaldo de las bases pero el rechazo del ala más conservadora e incluso de un amplio sector del aparato, porque María Dolores de Cospedal está dispuesta a impedir que quien ha torpedeado su trabajo en Génova 13 ahora se haga con el poder, porque a Pablo Casado le consideran demasiado joven para tomar las riendas, y porque Alberto Núñez Fejóo sería el tercer presidente gallego del PP de cuatro en 30 años de Historia. No hay que descartar que la balanza la incline Alfonso Alonso, y no únicamente en su favor.

La conclusión es que Rajoy vuelve a estar contra las cuerdas, donde estuvo toda la legislatura pasada y de donde apenas supo salir. Es un superviviente de la política que siempre se ha jugado el futuro a la carta de saber esperar a que llegara su turno. Fuera del PP casi nadie le quiere y dentro de su propio partido no son pocos -aunque con escaso poder- los que reclaman una profunda regeneración. La dimisión de Esperanza Aguirre le pone las cosas aún más complicadas a Rajoy. La renuncia es un boomerang que en apariencia allana el camino al líder pero que en realidad regresa hacia él con más fuerza. Aguirre sabe desde hace meses que sus días en política están contados y seguramente sólo le queda una ambición: arrastrar con ella a quien representa lo contrario de lo que desea para el PP. En dos palabras... morir matando.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito