ANÁLISIS DE CULTURA
Estrellas negras
Por Marta G. Bruno2 min
Cultura13-01-2016
La muerte de un ser querido, sobre todo la primera, queda grabada en nuestra memoria para siempre. Recuerdo la de mi abuelo materno como si fuera ayer. Entonces, con nueve años, vemos la vida de otra manera. Pero la pérdida duele igual. Y recuerdo que alguien me dijo que mirara a las estrellas, que desde allí arriba estaría protegiéndome siempre. Una de las frases más bonitas y aliviadoras que recibí jamás. Tanto que en aquellos viajes nocturnos en familia acostumbraba a mirar al cielo, allá donde las limpias llanuras manchegas lo permiten, para buscar entre las constelaciones a mi abuelo. La misma costumbre que me llevó a apreciar lo insólito del espacio.
Hay alguien más que ha sabido darle un significado antropocéntrico a las estrellas. Y ese fue David Bowie, que llevaba meses preparando su muerte sin que lo supiéramos los demás a través de un álbum repleto de mensajes ocultos bajo una carátula tan misteriosa como siempre lo fue él: Blackstar.
Su testamento cantado reza “Mira aquí arriba, estoy en el Cielo. Tengo cicatrices que no pueden ser vistas (…) seré libre”. Y así su muerte dolerá menos. Genio del glam rock hasta el final. Lazarus. Un videoclip repleto de signos sobre lo que estaba a punto de llegar. Una calavera, postrado en la cama, con una venda con la que ocultar la realidad de lo que en un pasado fue ese hombre camaleónico que gustó y atormentó a partes iguales. Es el líder, y lo sería hasta el momento de su muerte: “voy a ser libre como el pájaro azul”. El astro negro vuelve al armario oscuro, al espacio con todos los demás.
Somos testigos de su inmortalidad. Su adiós es tan fuerte que deja una suerte de espíritu libre en la Tierra. Su capacidad para vender sus obras vuelve a demostrarse con el simbolismo en todo su esplendor. Si supo hacerse de oro con sus “Bowie bonds” con los que se financió, también sabría dejar sello con su muerte. Horas después de su fallecimiento Spotify colocaba entre sus listas principales la de Bowie. Promocionaba su disco en portada. El éxito póstumo. El punto final a una carrera con la que hizo lo que mejor supo: reírse de la vida, de él mismo, y de lo absurdo con un éxito apabullante.
El espacio es tan misterioso que da miedo. El simple hecho de utilizar un telescopio y buscar una estrella que poder analizar es tan maravilloso que merece la pena repetirlo cuando la ocasión lo permite. Una de ellas podría ser Bowie, que desde arriba sigue riéndose de la vida pero con buena intención. El astro negro nos lo ha recordado antes de morir: sólo hay una, y no hay que tomársela demasiado en serio.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press