ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
El de París no será el último
Por Isaac Á. Calvo
3 min
Internacional16-11-2015
Es duro reconocerlo, pero más duro va a ser para quienes tengan la desgracia de sufrirlo en sus carnes o en la de sus seres queridos. El ataque perpetrado en París, lamentablemente, no va a ser el último que suceda en Europa. Actualmente, nadie está libre de ser víctima de un acto terrorista como el ocurrido en la emblemática capital francesa el 13 de de noviembre, que dejó 132 muertos y decenas de heridos.
Da igual si eres cristiano o musulmán (o incluso simpatizante del Estado Islámico), pacifista o belicoso, de derechas o izquierdas, rico o pobre... los terroristas no te lo van a preguntar, te van a ejecutar a sangre fría, con alevosía, sin ni siquiera dejarte tiempo para defenderte. Estás en el lugar equivocado, en el momento equivocado, y eso, a ojos de los islamistas, te convierte en un infiel que merece morir.
El ataque en París demuestra un alto grado de preparación, planificación y coordinación. En este caso no se trata de los llamados lobos solitarios (personas que actúan individualmente, con medios limitados). Quienes lo cometieron habían recibido entrenamiento específico para desarrollar su macabra misión. Además, usaron armas de guerra y chalecos explosivos, lo que implica contar con infraestructuras y apoyos en Francia o en otros países cercanos, como Bélgica.
La nueva amenaza está formada por ciudadanos locales que se han radicalizado y que, incluso, han viajado a Siria o Irak para recibir adiestramiento sofisticado. De vuelta a Europa, hacen vida normal, se aprovechan de la libertad de movimientos que otorga el pasaporte comunitario, y solo tienen que esperar el día y la hora designados para perpetrar la barbarie.
Los europeos se han acostumbrado al estado del bienestar y a vivir con comodidad y sin grandes sobresaltos desde hace décadas. Sin embargo, los tiempos han cambiado y ahora hay personas dispuestas a matar y a morir, pero que no se encuentran a miles de kilómetros, están justo al lado.
Aun así, ni las autoridades ni la población parecen ser plenamente conscientes de la gravedad del asunto. Es posible que todavía estén en shock (a pesar de que ya ha habido más atentados y atrocidades en otras partes del mundo) o, lo que es peor, que no quieran ver la magnitud de la amenaza porque resulta más fácil vivir en el inmovilismo y con la esperanza de no ser la siguiente víctima.
Está muy bien, faltaría más, lo de encender velas en recuerdo de las víctimas, guardar minutos de silencio, participar en manifestaciones o pronunciar discursos grandilocuentes. Sin embargo, nada de eso va a acabar con el problema. Es más, los terroristas disfrutan viendo esas imágenes porque, en su éxito, se regocijan observando cómo el dolor y, sobre todo, el miedo perduran después de sus ataques.
Está demostrado que lo que se ha hecho hasta la fecha para combatir al Estado Islámico ha sido insuficiente y no ha dado resultados. Es hora de que todos aquellos que vean al terrorismo islamista como una amenaza aúnen esfuerzos y apliquen medidas más coordinadas y contundentes.
Evidentemente, dar este paso supone salir de la zona de confort, un ingente gasto de dinero, mucho tiempo de conflicto y asumir la realidad de sufrir numerosas bajas en combate. Ahora solo falta saber quién está dispuesto a arriesgarse, si es que hay alguien que lo hace.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD