ACHIQUE DE ESPACIOS
Del sueño a la pesadilla
Por Nacho García Barco2 min
Deportes08-09-2002
Con todo lo que conlleva el recuerdo del primer aniversario de la tragedia del 11 de septiembre, Estados Unidos sigue buscando su sitio. Se lo arrebataron hace ahora un año y estos días le han vuelto a golpear de lleno donde más le duele: en su propia casa, en el orgullo patrio, en sus sueños de liderazgo. En la vida, como en el deporte, nada es lo que era en el país más potente del universo. El mundial de baloncesto celebrado en Indianápolis se ha llevado por delante el mito americano del Dream Team, el del mejor basket del mundo. En el mismo instante en el que Reggie Miller y su tropa, de pie, en el banquillo, con la mirada perdida y con el gesto abatido, miraban hacia ningún sitio, Estados Unidos consumía el paso del sueño a la pesadilla. El considerado mejor baloncesto del mundo, con los mejores jugadores, había claudicado por segunda vez. Por fin habían dejado de ser imbatibles, por fin habían pisado la tierra, tras muchos años en los cielos del baloncesto universal. Desde que el equipo liderado por Michael Jordan, John Stockton, Charles Barkley, Larry Bird y Magic Johnson volaba en Barcelona'92, nadie había osado toser en las narices del mejor baloncesto del mundo. Fueron pasando equipos, competiciones y jugadores, y Estados Unidos ganaba, jugando mejor o peor, pero siempre ganaba. Gradualmente el equipo, las generaciones, fueron perdiendo calidad y ganando prepotencia, pero siempre seguían por encima del resto de países. Ahora, todo ha cambiado: Indianápolis marcará un antes y un después en la historia del deporte de la canasta. Primero Argentina, luego Yugoslavia y finalmente España fueron marcando el camino del baloncesto que viene. Nuevas generaciones, y siempre Yugoslavia, igualan el talento del músculo americano. En dos semanas Estados Unidos ha pasado de celebrar el Mundial, antes de tiempo, en su propia casa, a perder de manera estrepitosa y quedar sextos, su peor clasificación de toda la historia. Del sueño a la pesadilla. Ahora los grandes le han perdido el respeto de la misma manera que equipos como Argentina y España han escalado lo indecible en pocos días. Gana el baloncesto.