ANÁLISIS DE CULTURA
Caballo de Troya
Por Marta G. Bruno
2 min
Cultura18-02-2015
Noviembre de 1985. Unos cuantos cineastas se reúnen alrededor del buen comer en O’Pazo. No son los caballeros de la mesa redonda, pero algo parecido, y pretenden blindar el sector del fotograma. De un pisito en Carranza a un palacete en la calle Zurbano. Tres millones de presupuesto anual, 180.000 de manos del Estado. La proporción no es un escándalo. Estamos acostumbrados a ver demasiados.
¿Para qué sirve la Academia del Cine? ¿qué funciones tiene su presidente, además de protagonizar el mismo discurso polémico de cada año? ¿cierra el telón al final de cada gala hasta el año siguiente?
Aunque el exceso de organizaciones no es bueno, soy de las que piensa que cada gremio debe tener su hogar, cueste lo que cueste y que no sea demasiado. Aunque la Academia del Cine no es ni un sindicato ni oficina de empleo. ¿Podría serlo? También. ¿Se convertiría en el caballo de Troya del cine? ¿Es un sindicato de cara a la galería, al menos en los Goya? Eso parecía aunque no debieran. Este año, aunque más sosegados, aún desprenden hilos de polémica contra todo lo que huela a recorte. Pero son necesarios para mantener viva la industria todo el año.
Y su presidente se va. Se va pese a ganar las elecciones. Pese a demostrar que el cine español es capaz de hacer muy buenos datos (es tan fácil como acercarse a la industria americana y hacer una copia). En febrero del año pasado lo advertía: “quiero dejar todo lo que tenga que ver con el cine”. Pero no ha dejado de suponer una bomba. Si no le fuera bien, no se iría. Es mejor colgar las botas cuando las cosas están bien hechas que con un maremoto encima. ¿Y por qué ahora? ¿Estarán pensando los académicos en Antonio Banderas?
La crisis del sector le ha dejado mucha huella. La guerra ha sido dura. El cine ha pasado de un reguero de subvenciones a una falta de incentivos fiscales brutal, un IVA del 21%, y por ahí pueden ir los tiros. Y lo peor, “la incomprensión absoluta de la administración”. Se nos fue de las manos y ahora nos pasamos de apretar el puño.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press