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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Lujos de otra época

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España16-02-2015

Tomás Gómez estaba donde estaba porque así lo habían decidido los militantes socialistas madrileños. Algo es algo si se tiene en cuenta que en Madrid mandan una alcaldesa y un presidente que jamás se sometieron a ese engorro de las urnas. Además en su día ganó unas primarias al ser el primero en decirle no a un Zapatero que, aunque ya en claro declive, no dejaba de ser el presidente, con todo lo que eso supone en los partidos de toda la vida. Sin embargo ahora el que le ha echado ha sido Pedro Sánchez. Si al menos hubiese sido Susana... Su salida sólo puede ser tomada como una humillación para alguien que hizo colgar su foto vestido de ecuestre gladiador en la fachada de su sede.“Tomas Gómez. Invictus. A su lado, todo es posible. Próximamente en el Gobierno de Madrid”, decía el cartel. Aquello pasó y conviene recordarlo, sobre todo a quienes dicen que la política es aburrida. La película, es evidente, nunca se llegó a estrenar.

Sánchez dice que se carga a Gómez porque no quiere perder las elecciones en Madrid. Otra vez. Lo que no dice es que además busca que le sirva para hacerse fuerte al frente del partido por la vía rápida y fácil. A costa de una víctima propiciatoria sobre la que había cierto consenso generalizado de que era más que prescindible. Caza menor, pero caza al fin y al cabo aprovechando que su verdadera rival está ahora a otras cosas. Por el momento no hay recambio para Tomás Gómez, lo cual deja bastante claro que en el PSOE pensaban que cualquier cosa era mejor que lo que había. Otra vez las encuestas. Estos días los encuestadores de los partidos están sometidos a más estrés que un controlador aéreo. Con este asunto uno se acuerda de aquellos tiempos en los que ganar una elección interna parecía un impulso casi definitivo para cualquier candidato. Ahora la cosa tiene hasta algo de gafe. Desde Rubalcaba a Tania Sánchez, todos van cayendo. Quizá por eso el secretario general del PSOE (otro que surgió de unas primarias) haya recurrido de nuevo al viejo y efectivo dedazo con cambio de cerradura incluido.

Para qué volver a eso de unas primarias prestando el apoyo del aparato a tu candidato favorito. Eso, como ya se ha visto otras veces, entraña riesgos e imprevistos. Y luego hay que recurrir al bullying como ha hecho la vieja guardia de IU en Madrid y es un jaleo. Tampoco era plan que Pedro Sánchez hiciese como Pablo Iglesias y amenazase con dejar la dirección del partido si no salía lo que él quería. Tan fácil no se lo iba a poner al susanismo. Conclusión, dedazo y punto. Cuando la necesidad apremia y la debilidad se torna evidente, la otrora sagrada democracia interna ha saltado por los aires. El fin ha justificado los medios . Y eso que nadie le podrá discutir a Sánchez que hacía falta un cambio en Madrid. Pero también es justo recordar que no hace mucho había quienes presentaban ciertos conceptos como irrenunciables. Como una imagen de marca. Hacer unas primarias o respetar la paridad obligatoria, por ejemplo, se usaban como arma arrojadiza contra quien se atreviese a cuestionarlos. Pero ahora es como si la urgencia hubiese obligado a apretarse el cinturón y esos principios hayan pasado a engrosar la lista de lujos prescindibles de los que darse de baja como el Canal+ y el tabaco. Al menos hasta que una encuesta indique hacer otra cosa.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio