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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Donde nunca se pone el sol

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Sociedad21-01-2015

Allá por el siglo XVI, cuando no había Twitter ni palos para hacerse selfies, cuando reinaban dos personas que jamás participaron en Gran Hermano Vip, un tal Carlos I y un tal Felipe II, se popularizó aquella frase de que España tenía un imperio donde nunca se ponía el sol. Y es que el astro rey siempre estaba iluminando alguna de las posesiones que salpicaban el globo al servicio de la corona española, logradas por herencias, estrategias políticas o por gestiones comerciales más o menos acertadas. Mientras Madrid se hacía con la corte, en Asia un buen conjunto de islas rendían tributo con su nombre al rey que dedicó al martirio de San Lorenzo un colosal monasterio en El Escorial: las Filipinas. 

Estos días, en el país asiático donde aún se entiende el español, ha recibido de forma multitudinaria el mensaje del Papa. Precisamente, la capital filipina, Manila, se ha colapsado en torno al Quirino Grandstand-Rizal Park, donde seis millones de personas han acudido a la misa más multitudinaria hasta la fecha. Este estadio está situado dentro de un gran parque de sesenta hectáreas y construido en ocasión de la ceremonia de proclamación de la Independencia de Filipinas y Estados Unidos, el 4 de julio de 1946.

Y, como no podía ser de otro modo, ese enclave lleva el nombre del héroe nacional José Rizal, poeta, escritor y revolucionario justiciado por los españoles en 1896 por rebelde. El lugar exacto de su ejecución está indicado con un monumento que representa el punto cero desde donde se miden las distancias de las carreteras de Luzón. En esta área se llevan a cabo las celebraciones nacionales y los grandes eventos civiles, religiosos y deportivos. Es el mismo lugar donde san Juan Pablo II celebró en 1995 la inmemorable misa de conclusión de la X Jornada Mundial de la Juventud en la que participaron cuatro millones de fieles, según recuerda el Servicio de Información del Vaticano.

El legado de aquel imperio donde jamás se ponía el sol, porque la estrella siempre iluminaba algún dominio español en el giro del globo terráqueo, también perdura en forma de una advocación católica, pues Filipinas adora con profunda fe al Santo Niño, festividad iniciada por los españoles y que, precisamente, Francisco celebró este domingo 18. Papa de gestas y de gestos, Jorge Bergoglio ha protagonizado no pocos momentos estelares durante su viaje a Filipinas y Sri Lanka. Uno de ellos fue el sentido abrazo que dio a una niña de la calle que preguntó llorando por qué Dios permitía tanto sufrimiento entre los más pequeños que quedaban sin techo y en manos de redes de prostitución. Pero, la pequeña no sólo responsabilizaba al Rey Sol de los cristianos: "¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué nadie nos ayuda?".

La pregunta, como aquella idea del viejo imperio español heredado en parte de unos reyes católicos y que difundió la fe en Cristo por el mundo, debería conmocionar al planeta entero. Mientras una buena parte de la Tierra duerme, el sol de la injusticia, la violencia y las calamidades sigue abrasando con sus rayos a muchísimos inocentes. Y el ser humano, cualquiera, no sólo los grandes dirigentes e imperios, sino a cualquier nivel, puede hacer algo para remediarlo. Y eso es lo que ha ido a decir el papa Francisco a las islas que rinden tributo con su nombre al rey que construyó un gran monasterio: que el imperio del bien debe estar siempre despierto.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo