IMPRESIONES
¿Qué es lo que “Podemos”?
Por Álvaro Abellán3 min
Opinión05-08-2014
Los últimos datos del CIS apuntan a que Podemos es hoy, en la intención de voto de los españoles, la tercera fuerza política. Es difícil valorar cuál puede ser el techo de este nuevo partido de ideas obsoletas (sí, de esas tan antiguas tan antiguas que al joven le parecen nuevas). Pero quizá si estamos en condiciones de decir ya algunas cosas sobre Podemos, aunque sean todavía “impresiones” poco precisas, pero suficientes para reconducir el debate a algún lugar de provecho. En primer lugar, parece claro que Podemos ha sabido aglutinar y encauzar la sensibilidad ciudadana que alentó el movimiento de los indignados y del 15M. Que aquello no iba a diluirse en la nada y que ignorarlo sería gravísimo para los grandes partidos políticos creo que era evidente para todos menos, al parecer, para PP y PSOE. Y lo peor no es que no lo vieran, sino que siguen sin reaccionar con acierto. Es decir, con voluntad de salir de su aburguesamiento y de servir con humildad y honestidad a las necesidades reales y actuales de los ciudadanos. Si el movimiento del 15M ha quedado realmente encauzado en el partido político Podemos habrá sucedido una cosa que sí pronosticaron algunos: que al antisistema se le controla aplaudiendo su determinación e invitándole a la lucha sistemática, es decir: poniéndole un despacho y pagándole un sueldo, sacándole del hambre y de la calle y dejándole defender sus ideas… pero sin la peligrosidad y determinación que conllevan el no tener qué llevarse a la boca. Si la aparición de Podemos significa “controlar” a los indignados y si ese control resulta sano para nuestra democracia, es algo que está por verse. Una tercera impresión, sin duda superficial pero no necesariamente desencaminada, es que Podemos –hijo de la extrema izquierda– es un fenómeno político gemelo al Frente Nacional de Le Pen en Francia –hijo de la extrema derecha–. Y no lo digo sólo por aquello de que los extremos se tocan (cosa que en este caso es verdad), sino por algo mucho más palpable: el éxito de ambos partidos no es su ideología, sino su radicalidad, su capacidad para vibrar con las vísceras emocionales de las víctimas de un sistema político-económico-social gravemente injusto. Eso –y no su andamiaje intelectual– es lo decisivo para explicar el éxito de ambos partidos. Basta también analizar los datos del CIS para ver que Podemos no fagocita sólo los votos de la izquierda, ni sólo de los pobres. Por último, me impresiona el propio nombre del partido: Podemos. Es el grito con el que millones de españoles se sintieron protagonistas y partícipes de la victoria de España en el mundial de Sudáfrica en 2010. Un enorme sentido de pertenencia y de participación en la victoria… sin salir del salón de nuestra propia casa. Toda una metáfora de la “participación” de nuestro sistema político y una muestra magnífica del oportu-populismo de Pablo Iglesias y compañía. “Podemos” es también un grito de esperanza frente a la impotencia. Una expresión con la que parece que el pueblo va a “empoderarse” frente a “la casta” de los banqueros y los partidos políticos. La cuestión aquí es la borrachera de poder que afecta a quien se llena de él sin haber sido entrenado para ejercerlo. Una borrachera que desencadena regímenes del terror y totalitarismos. Porque es verdad que cuando “podemos” -así, en plural y un poco anónimamente, a lo 15M-, “podemos” muchas cosas, no necesariamente buenas, ni justas, ni sanas. Especialmente si nos alimenta el odio a una parte de la humanidad que consideramos indigna y si tenemos acumulada mucha sed de venganza.