ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
De Sisi emperatriz a Sisi faraón
Por Isaac Á. Calvo
2 min
Internacional02-06-2014
Quién iba a pensar que la emblemática Sisi emperatriz iba a dejar paso a Sisi faraón. No es en el ya desaparecido Imperio Austrohúngaro, sino en Egipto. Allí, Abdel Fatah al Sisi ha ganado las elecciones presidenciales con tanto margen que hasta levanta sospechas, el 93% de los votos y aproximadamente 24 millones de papeletas. Su único rival se quedó en un discreto 3% y la abstención superó el 50%. La baja participación es el reflejo de la desafección política que vive Egipto y de la compleja división social que sufre. Este país, en apenas tres años, ha visto cómo se derrocaba al histórico presidente Hosni Mubarak, se convocaban unas elecciones que ganaron los islamistas Hermanos Musulmanes y que cuando estos empezaron a gobernar fueron derrocados, en 2013, por un golpe militar en el que tuvo mucho que ver el ahora presidente. Al Sisi es un curtido militar que conoce muy bien los entresijos del Ejército, algo que es importante en un Estado donde las Fuerzas Armadas tienen gran poder e influencia. Este hecho le garantiza estabilidad política, pero no necesariamente la paz social. Con la llamada Primavera Árabe y la caída del régimen de Mubarak en 2011 se crearon grandísimas expectativas que no se han cumplido y que, además, han generado una enorme frustración y polarización de la sociedad. Los Hermanos Musulmanes han sido declarados organización terrorista y se les persigue, pero siguen contando con tanto o más apoyo popular como el que ya les dio la victoria y los llevó al poder tras los comicios de 2012 (y del que fueron desalojados un año después). Los enfrentamientos y disturbios suponen un gran riesgo para Al Sisi, pero no son los únicos problemas. A estos se añaden otros desafíos entre los que destacan los de regenerar todas las estructuras del Estado y los de impulsar la economía, que está en una situación crítica por la desconfianza internacional y por el desplome del turismo. Al Sisi tendrá que saber explicar y aplicar políticas para enderezar el país mientras que al mismo tiempo trata a los opositores y adversarios con la suficiente mano izquierda. De lo contrario, una represión brutal sería efectiva a corto plazo pero generaría un germen que podría acabar con él, como ya acabó con otros.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD