ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Merkel, austeridad, constancia y liderazgo
Por Isaac Á. Calvo
2 min
Internacional23-09-2013
Los alemanes tienen fama de ser calculadores, fríos, constantes y muy trabajadores. Quizá es esa una de las razones por las que han vuelto a confiar en Angela Merkel para que sea la guía política del país. Muchos dicen que la canciller responde a esos estereotipos, pero, sean verdad o no, la realidad es que Merkel ha vuelto a vencer en las elecciones e inicia su tercer mandato. Este hecho no es fruto de la casualidad, sino del trabajo bien hecho y de saber ganarse la confianza de la mayoría de la población. Algo que en plena crisis económica no es nada fácil, porque muchos votantes suelen querer un cambio de rumbo político, aunque solo sea por castigar al que gobierna, como ha pasado en otros países europeos, como España y Francia, entre otros. En Alemania, no; no quieren experimentos, prefieren apostar por la continuidad y reconocer la buena labor realizada por el Gobierno democristiano. En los últimos años, Alemania ha recuperado el peso político y económico que tuvo hace décadas. Además, supo guardar en los tiempos de bonanza, no despilfarró y aplicó medidas contra la crisis en sus inicios. Alemania es una potencia y Merkel, de facto, ha tomado las riendas de la Unión Europea en uno de los momentos más críticos y convulsos de la historia comunitaria. Sus políticas de austeridad y sus posiciones han supuesto más de un quebradero de cabeza para algunos socios europeos y han generado una gran animadversión entre la opinión pública griega, portuguesa, italiana e incluso española. Al igual que en los anteriores comicios, Merkel no ha logrado mayoría absoluta, por lo que tiene que encontrar un socio para gobernar (es posible, aunque no probable, que un tripartito de izquierdas deje fuera del Ejecutivo a la CDU de Merkel). Sería un terremoto político para Alemania y para la Unión Europea que Merkel no siguiera como canciller después de la victoria. Afortunadamente, en Alemania no pasa como en España, donde, prácticamente siempre, el Partido Popular debe obtener la mayoría absoluta para gobernar; o donde populares y socialistas tienen cierto afán de revanchismo y en más de una ocasión no han sido capaces de alcanzar un gran pacto de Gobierno que refuerce al Estado. Es más, ambos han preferido debilitarlo vendiéndose a los nacionalistas. En la política alemana no sería la primera vez que las dos principales formaciones (CDU, democristiano, y SPD, socialdemócrata) forman un Ejecutivo. Un aspecto que dice mucho de los partidos alemanes y de sus representantes, que ponen los intereses generales del país antes que los propios de cada partido.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD