ANÁLISIS DE SOCIEDAD
El valor de la vida
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad24-04-2013
La muerte de varias personas, entre ellas un niño, en los recientes atentados de Boston ha conmovido al mundo. En el país de las libertades, donde resplandece el paraíso de los derechos y la prosperidad, el mal ha pegado un nuevo golpe. El dolor no puede medirse. Como tampoco se alcanza a comprender la barbarie que han causado los dos jóvenes que pusieron las bombas en el maratón. Pese a todo, vivir merece la pena. Sin embargo, habría que reflexionar sobre qué valor tiene la vida en otras circunstancias. Por ejemplo, allá donde la CNN no tiene una cámara en directo (live, como dicen los norteamericanos ¿acaso live no significa "vivir" en español?) Menos mal que hay otros niños cuyos cuerpos inertes atragantan la comida de los occidentales gracias a ojos indiscretos y críticos como Manu Brabo, el fotógrafo español que ha merecido el premio Pulitzer por retratar el dolor de un padre que abraza el cuerpo sin vida de su hijo. Es Siria. Uno de esos infiernos donde no hay cámaras en directo a pesar de que a diario mueren decenas de personas. También niños. Tampoco hay cámaras (o intereses en que no las haya) en esos poblados africanos sembrados de huérfanos que sobrevivieron al paso de los soldados que les dejaron sin padres, donde la hambruna persiste y el sida sigue siendo la peste silenciada del siglo XXI. ¿Vivir merece la pena? En China, donde la tierra se ha tambaleado y, como en otras zonas del planeta, ha causado decenas de víctimas mortales, los psicólogos tratan de que los delicados osos panda no sufran traumas a consecuencia de la catástrofe natural. Su calidad de vida tiene valor. Mientras, los niños palestinos se hacen pis cada vez que escuchan que un avión les sobrevuela y científicos de todo el mundo se empeñan en buscar agua en Marte a la vez que otros deniegan a un crío con síndrome de Down el derecho a la vida. Dicen que su madre tiene derecho a decidir.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo