SIN CONCESIONES
La lección de Boston
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión22-04-2013
Hay un hombre capaz de evitar cualquier atentado terrorista. Sus métodos son poco ortodoxos pero su eficacia es máxima. Se llama Jack Bauer y trabaja en la UAT de Los Ángeles. En realidad, se trata de un personaje de ficción. Es el protagonista de la serie 24, emitida por la cadena estadounidense Fox a lo largo de ocho temporadas. Jack Bauer es un agente de élite al que da vida el controvertido actor Kiefer Sutherland. Cada vez se enfrenta a una gran amenaza terrorista con enormes similitudes a la realidad: el intento de asesinato de un candidato negro a la Casa Blanca, la explosión de una bomba atómica, la liberación de un virus mortal, atentados suicidas... Desde que empezó a emitirse en 2001, poco después del ataque islamista contra las Torres Gemelas de Nueva York, ha cosechado toda clase de éxitos en forma de premios y audiencia. El mensaje de la serie es nítido. En cualquier momento y en cualquier sitio puede surgir una amenaza terrorista. El pueblo estadounidense lo aprendió a conciencia con el 11-S. Ahora, ha vuelto a recordarlo con las explosiones de Boston. No hace falta una gran infraestructura para cometer un atentado. Bastan unos pocos recursos domésticos para fabricar un arma letal. No hace falta un gran equipo humano para planear una masacre. Basta una única persona para sembrar el caos. El terrorismo es una nueva forma de guerra mucho más discreta y mucho más compleja a la hora de combatir. Puede proceder de un comando entrenado por Al Qaeda como en 2001 en Nueva York o de dos jóvenes e inexpertos hermanos como ahora en Boston. Pueden ser islamistas, serbios, colombianos, chechenos, egipcios e incluso de la propia patria, como experimenta Jack Bauer en 24 a lo largo de los años. Bien sea por series así o bien sea por el carácter propio de la población, en Estados Unidos asumen la complejidad del problema y la necesidad de una respuesta firme. En Boston lo han demostrado una vez más. Primero con la reacción inmediata tras las bombas. Segundo con el exagerado dispositivo policial. Tercero con la colaboración y comprensión ciudadana. Y, sobre todo, con la celebración en plena calle tras la detención del segundo sospechoso. Cuesta imaginar que en España la población saliera de sus casas y cantara el himno nacional después de algo así. Los norteamericanos saben que el terrorismo es un enemigo común, por lo que no caben distinciones en función de su origen, procedencia, método, religión o motivos para atentar. Tampoco sirven diálogos y negociaciones. Cualquier clase de terrorismo es terrorismo. Lo era con George W. Bush en la Casa Blanca y también lo es ahora con Barack Obama. Ninguno de los dos tiene culpa por los crímenes de unos asesinos. En España tenemos, por desgracia, una experiencia terrorista mucho más cruel y prolongada. Pero algunos todavía no han aprendido la lección. Aquí se han aprovechado atentados con fines políticos, se han puesto en cuestión los dispositivos policiales, se han imaginado conspiraciones rocambolescas, se han difundido datos falsos y se han convocado manifestaciones dudosamente democráticas para rentabilizar ideológicamente una masacre. Aquí exigimos información en tiempo real al Gobierno mientras en Estados Unidos permiten que el presidente de todos guarde silencio durante cinco dramáticos días. La prioridad no es la política, sino la acción de agentes antiterroristas como Jack Bauer. La seguridad de todos está en sus manos, ya pertenezcan a la UAT, el FBI, el CNI o la Guardia Civil. En España lo sabemos bien porque muchos de ellos han perdido la vida en la lucha contra la banda terrorista ETA. Pero a veces nos olvidamos cuando merecen un respaldo inequívoco y unitario de toda la sociedad. Es la única forma de acabar con el terrorismo. Porque, parafraseando al maestro Fernando Ónega, cuando una sociedad se despista el terrorismo reaparece.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito