ANÁLISIS DE CULTURA
Los peligros de viajar con tatuajes
Por Marta G. Bruno2 min
Cultura23-05-2012
Estamos acostumbrados a ver por la calle gente que lleva los brazos repletos de tatuajes. Hay quien no tiene un centímetro de piel libre de estos dibujos que forman ya parte de nuestra cultura. Nos parezcan estéticos o no, no cabe duda de que desde que se abriera el primer estudio de tatuaje en Nueva York en 1846, se han convertido en práctica habitual en nuestro día a día. Tatuaje significa “golpear dos veces” y la palabra proviene del samoano Tátau. Y aunque seguimos calificando de “modernos” a los que los llevan, se han encontrado hasta en una momia del siglo II d.C. Hoy su significado es sentimental o estético pero por ejemplo en Grecia y Roma se usaban para marcar a los criminales, sin olvidar la inhumana práctica en la Alemania nazi de tatuar a los judíos con un número en los campos de concentración. En otras partes del mundo (desarrolladas, por cierto) esta práctica se considera aún un tabú. En Japón, por ejemplo, el alcalde de la tercera ciudad más grande del país, Osaka, ha puesto en jaque a los que lleven uno. La iniciativa se trata del envío de un cuestionario a más de 30.000 funcionarios del país preguntando si llevan tatuajes grabados en su piel. Esta decisión traía detrás la posibilidad de dejar en la calle a todos los empleados públicos que llevaran dibujos en su piel. Y este rechazo se traslada incluso a piscinas o gimnasios, donde en muchos está prohibida la entrada a los que lleven uno. ¿Por qué este miedo infundado? En el país nipón llegó a estar prohibido en la era de Meiji, 1868 y 1912. En plena expansión industrial, defendían que carecían de refinamiento e imagen ante los visitantes extranjeros. Lo más curioso es que anteriormente se había convertido en toda una vía de expresión artística. Lo importante a la hora de hacerse un tatuaje es si pretende viajar durante su vida. No solo por insistir en informarse de que la letra china que lleva en su muñeca significa lo que le han dicho que transmitía, sino por la distinta imagen que da en el mundo. Un ejemplo: ¿se imagina viajar a Rusia y que le llamen la atención por llevar un alambre de púas tatuado o una calavera en un dedo? Sepa que lo primero significa que es un preso con cadena perpetua y lo segundo significa que ha cometido un asesinato. Y si lleva una araña tatuada, trasladará la imagen de adicto a las drogas. Son los tatuajes de la mafia rusa y por lo tanto cargados de notable significado. Las diferencias culturales no tienen fin. Y en este caso no es cuestión de protocolo o respeto, sino de peligro. ¿Deberían llevar las guías de viaje una advertencia? La respuesta es sí.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press