ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Un motivo
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad13-11-2011
Quizás, alguien esté necesitando un motivo, en este momento, para tomar la decisión correcta. Quizás encuentre su razón entre las variopintas causas que han inspirado estas líneas: una canción que emocione, una puesta de sol, el dolor dulce de la nostalgia, un plato de arroz, el viento en la cara, una risa, el niño que te agarra el dedo, el calor de la chimenea, una mirada de complicidad, una llamada de teléfono, ir a clase después de los 30, que todo quede bien limpio, una obra maestra, un beso de buenas noches, el jugueteo de un perro, las aves que pintan uves en el cielo en busca de sol en otoño, las velas del cumpleaños (y la tarta), la esperanza, el olor a Navidad, los recuerdos, tocar la guitarra, sembrar una planta, despertar, una taza de café, el tacto de la alfombra en los pies desnudos, un buen libro, la luna, las bóvedas de la iglesia, el olor a limpio, el sudor tras el paseo, descubrir la humanidad que hay tras los mitos, hallar la tendencia a la divinidad que reside en todo hombre, el sonido del mar, un charco, una flor, la paz con uno mismo, la satisfacción por el trabajo bien hecho, la amistad, la frase de un pensador, la recompensa invisible, el anonimato, las gracias, el que nos quiten lo bailao, los quince minutos de gloria, la película que nos hace llorar, el payaso callejero (y el mariachi), un trozo de chocolate, la prueba superada, una respuesta para la pregunta (y viceversa), un nuevo reto, la derrota de un miedo, un valor más, aprender cada día una cosa, olvidarse del rencor, perdonar, saludar con la mano (y con el alma), reír con los ojos, el agua caliente en la nuca, el olor del ozono, un árbol vestido de otoño, el café de los amigos, la oración por el enemigo, el cansancio, levantarse tras la caída, volver a empezar, decirse aquello de "despacito y buena letra", tararear una vieja canción sin motivo (y ser un friki sin vergüenza), inventar una nana para el niño que todos llevamos dentro, escuchar una mala noticia, las teclas negras del piano, un abrazo, ese paisaje de ensueño, quedarse sin palabras, sentir vértigo, recorrer el mundo, conocer gente (y personas), el inmenso valor de la vida, morir en paz, ponerse rojo, jugar a las cartas, montar en globo, andar con muletas, leer con las manos, adoptar una familia, ser bienvenido, batir las marcas, salirse del molde (siempre), escribir, dibujar, hacer ruido, saborear la calma, un abuelo, admirar al artista, un niño, los ojos de una mujer, la razón de un hombre, lo que pintan los genios, tocar una escultura de mármol frío, la inspiración, pararse un minuto ante un músico callejero, cerrar los ojos y sonreír, dormir, soñar... Pero, también, confiar, esperar y amar.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo