Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

La censura de Zapatero

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión05-07-2010

Me la estoy jugando y soy consciente. Así que lo primero que tengo que recalcar es que hablo a título personal y particular. Pero es que todavía estoy sorprendido ante el ejercicio de censura y coacción que ha llevado a cabo el Gobierno contra el Grupo Intereconomía. No trabajo con ellos ni para ellos. A diario ojeo su periódico igual que hago con Público y creo que ante su cadena de televisión paso bastante menos tiempo que delante de laSexta. Vamos, que espero no ser sospechoso de lo que muchos llaman ultraconservador, aunque a veces me tachen de ello. La cuestión es que el sábado estaba viendo Cuatro, canal enemigo de Intereconomía, y cuentan la noticia de que el Ministerio de Industria ha impuesto una sanción de 100.000 euros a los del logotipo del toro por emitir un anuncio considerado "homófobo". Para ilustrar la información, emiten íntegro el vídeo: primero aparecen varias fotografías de homosexuales y transexuales para destacar que el sábado en cuestión era el Día del Orgullo Gay; después salen otras tantas imágenes de familias y trabajadores en plena calle para destacar que el resto del año hay "364 días de Orgullo de la gente normal y corriente". De inmediato, pensé: "se han pasado". Porque llamar gente normal a unos supone automáticamente que los otros sean anormales. Así que la multa de 100.000 euros me pareció exagerada, pero sustentada en la torpeza de utilizar el adjetivo normal. Nada debería haber pasado si la comparación se hubiera limitado a hablar de gente corriente. Porque lo que no puede cuestionarse desde un punto de vista natural es que lo común es la heterosexualidad, aunque en las series de televisión, en el cine y en todas partes traten de promocionarnos otra conducta. Minutos después, acabó el informativo y en la misma cadena pusieron un anuncio de televisión de una famosa marca de desodorante. El spot atrae al sexo masculino con una secuencia subidita de tono: un hombre despierta en la cama de un yate rodeado de diez mujeres ligeras de ropa tras una noche de desenfreno, alcohol y vídeos de lo más sensuales. El machismo del anuncio saltaba a la vista pero la ministra Bibiana Aído todavía no ha hecho nada en las semanas que la campaña lleva en marcha. "¿A estos no les ponen una multa?", me pregunté. Cuanto menos resulta curioso que el Gobierno de la igualdad y el feminismo permita estas cosas mientras persigue la homofobia. Al recuerdo me vinieron más tarde las numerosas ocasiones en que se violan los derechos de los menores en televisión, los insultos en los Sálvame de Telecinco, la chabacanería de los programas líderes de audiencia. Rememoré los tiempos en los que la cadena vasca ETB daba voz a los terroristas sin que pasara nada. Incluso, El Gran Wyoming se mofa constantemente de los sacerdotes en su programa nocturno. Si se multa a una televisión por discriminar a un colectivo en función de su orientación sexual, también habría que sancionar a otra por hacer lo mismo con las creencias religiosas de otro colectivo. Fue entonces cuando comprendí -iluso de mí- que la condena a Intereconomía era tan arbitraria como injusta. Desde entonces, en unas horas delante del televisor, vi toda clase de barbaridades ante las que el Ministerio de Industria no hace nada. Quizá haya alguna extraña razón o motivo personal por el que el ministro Miguel Sebastian sólo se siente ofendido cuando atacan a los homosexuales. En medio de esta cuestión, encontré una fantástica entrevista de la FAPE al torero Luis Francisco Esplá. El matador, retirado, reflexionaba sobre los medios de comunicación: "Tiene que haber gente arbitraria para dar lustre a los periodistas neutrales". Gracias a sus palabras, encontré el valor y la luz suficiente para escribir estas líneas de solidaridad con unos compañeros que ahora lo están pasando mal. Así decidí sumarme a la denuncia contra quienes intentan imponer cualquier clase de censura, pensamiento único, mordaza y coacción económica. Los periodistas no podemos tolerar estos atropellos a la libertad de expresión ni callar ante semejante doble vara de medir. Si permanecemos en silencio, acabaremos como Berthold Brecht cuando escribió aquello de: "Los nazis vinieron a por los judíos, como yo no era judío, no hice nada. Después vinieron a por los homosexuales. Como yo no era homosexual, no hice nada. Después vinieron a por los gitanos. Como yo no era gitano, no hice nada. Después vinieron a por los comunistas. Como yo no era comunista, no hice nada. Después vinieron a por mí. Pero como sólo quedaba yo, ya no pude hacer nada".

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito