ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Las sensaciones de las cumbres
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional04-07-2010
Las recientes cumbres del G-8 (de los países más poderosos del mundo) y del G-20 (de los más poderosos junto con los 12 más representativos en vías de desarrollo) parece que se han celebrado porque estaban marcadas en el calendario, no porque se fuera a avanzar en ellas. Las reuniones terminaron con generalidades, sin compromisos de acción concretos, y dejando la sensación de que eran cumbres entre amigos (o conocidos) para salir en la foto y tener unos días de asueto. Este hecho, para muchos, fue más evidente cuando observaron las imágenes de los líderes mundiales viendo partidos de fútbol del Mundial. Y como dicen que en política todo está estudiado, ya no se sabe si esto lo hacen de cara a la galería para decirle a la población que son como la gente normal, o, si por el contrario, simplemente mandan un mensaje de que van a pasárselo bien. Sea como fuere, en este tipo de encuentros no es sencillo alcanzar acuerdos, y menos cuando un tema tan candente como la crisis económica no afecta a todos por igual y cuando hay soluciones dispares según las ideologías. Y ocurre esto porque priman más los intereses estatales que los globales. En grupos reducidos como el G-8, pese a las diferencias, todavía es menos complicado encontrar puntos en común, pero en cuando se habla de grupos tan grandes y heterogéneos en aún más difícil. Las relaciones internacionales no se van a resentir si este tipo de cumbres se restringen y tienen lugar cuando son estrictamente necesarias y cuando haya visos de que se va a avanzar. Reunirse por reunirse, aunque sea al más alto nivel, sólo sirve para reforzar egos y constituye una pérdida de tiempo y de dinero. Y visto cómo está el panorama político y económico mundial, no conviene malgastar ni el tiempo ni el dinero.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD